Los mexicanos pagamos uno de los pasaportes más caros del planeta, sin el disfrute de los beneficios generados por otros pasaportes con precios más bajos. El alto costo, que alcanza hasta los 3 mil 780 pesos, hace que millones de familias no puedan darse el lujo de pensar siquiera en tramitarlo, a pesar de su utilidad al ser una identificación tan aceptada como la credencial del INE.

En términos comparativos, los japoneses y los suizos pagan un tercio menos que nosotros, mientras los estadounidenses menos de la mitad. Nuestro pasaporte figura a la par de Liechtenstein, Cuba, Australia, Siria y Líbano, con las tarifas más altas de toda la comunidad internacional.

El Índice de Pasaportes Henley mide cuáles son los más poderosos del mundo, considerando el número de países que se pueden visitar sin la necesidad de una visa. El más poderoso es el japonés, que les permite visitar 193 destinos sin contar con visa; por el contrario, a Afganistán, Irak y Siria se les solicita visa con mayor frecuencia a sus nacionales. México se ubica en el lugar 25 del Índice Henley con acceso a 160 países aunque

a partir de mayo tendremos que obtener un permiso ETIAS para visitar la zona Schengen (Europa).
Algunos gobiernos han desarrollado políticas innovadoras en esta materia: Mongolia exentará a 34 países del requisito de visa para atraer a un millón de visitantes extranjeros; Bélgica incluyó 48 elementos de seguridad en su pasaporte al mismo tiempo que su nuevo diseño transmite la identidad cultural del país; Costa Rica lanzó su primer pasaporte biométrico e incrementó los acuerdos bilaterales que le permiten acceso a 137 países con los que esta nación busca atraer nuevas inversiones y Suiza destaca por utilizar las más altas tecnologías de biométricas y de seguridad.

A pesar de lo mucho que se habla sobre una posible recesión que afecte a las economías en desarrollo, México tiene un enorme potencial que no sólo le permita escapar de estas predicciones, sino incluso lograr un crecimiento importante en distintas industrias: nuestra enorme capacidad turística aún tiene mucho que ofrecer, nuestras exportaciones deben diversificarse a muchos más mercados, nuestro poder cultural tiene muchos más horizontes por alcanzar y necesitamos más inversiones extranjeras para seguir creciendo y generando empleos mejor remunerados. El pasaporte mexicano puede transformarse en un instrumento de bienestar y debe dejar de ser el privilegio para sólo unos cuantos.

Presidenta honoraria de la 
Unión Interparlamentaria

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