Desde el 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró Día Internacional de la Juventud el 12 de agosto, para que la comunidad internacional dedicara un momento de reflexión a la etapa de la vida a la que todos llegan y a todos abandona.

Este año, el tema cobra una singular relevancia pues se trata de los jóvenes migrantes y su capacidad de aportar económica y culturalmente a las sociedades por las que pasan y a las que llegan.

Las cifras son impresionantes, los jóvenes representan hoy casi un tercio de los 214 millones de migrantes internacionales del mundo; de los cuales, 12.4 millones de personas están en México, con lo que nos colocamos como el país con el mayor número de migrantes en la tierra, según la propia Organización Mundial en información publicada apenas el mes de abril de este año.

Sin duda, la motivación de este fenómeno sigue siendo el mismo de hace milenios: el migrante busca nuevas oportunidades para mejorar su vida y la de su familia (a decir de Wu Hongbo, Vicesecretario de la ONU para asuntos económicos y sociales).

En Querétaro, el censo del INEGI del 2010 arrojó una población de 1, 827, 937 habitantes, de los cuales 617,382 eran mayores de 12 años y de menores de 29. El Estado tuvo un porcentaje de migración en ese año de 2.50, con una migración acumulada del 23.11 %.

Nuestra tierra es escenario del fenómeno global, en su doble vertiente, mucha gente está llegando, pero también, otros parten de su lugar de origen, principalmente de las comunidades rurales sobre todo a Estados Unidos. La tasa de desocupación trimestral subió en el primer trimestre de este 2013, del 5.22 a 5.69. En contrapartida, el índice de comparación de pago de salarios del mismo Instituto de Geografía e Informática, muestra que en el país se paga por hora en la industria manufacturera —por ejemplo— hasta 2.9 dólares, contra los 9.4 en EU.

La estadística muestra que si se suman los sectores de edad de 12 años hasta los 29, se alcanza un porcentaje del 33.8% de la población queretana; es decir, en los próximos 12 años (hasta el 2025) habrá un “bono demográfico”, donde la población joven será más que la adulta e infantil de menor capacidad productiva (menores de 15 años y mayores de 60), por lo que se presentará una relación ventajosa poblacional.

Este tipo de condiciones generacionales son grandes oportunidades para destacar en todos los ámbitos, si es que se logran eficientes políticas de desarrollo, que se materialicen en programas educativos, laborales, de cultura, del medio ambiente y sobre todo, de aquellos cuyo objetivo sea la inclusión social de los menos favorecidos: los jóvenes adictos, con problemas con la justicia, con alguna discapacidad o en condición de pobreza extrema, entre otras circunstancias, pues a la postre, dichas acciones impactan positivamente en los márgenes de desigualdad.

Para ello, es preciso que tales políticas sean de largo plazo, con visión de Estado, y que se sustenten en la realidad, particularmente del análisis de los fenómenos de degradación social, reflejados en aspectos de inseguridad como: el alcoholismo y la drogadicción, con la presencia de narcomenudeo, las pandillas, el grafiti, la violencia juvenil (sobre todo urbana), con frecuencia derivadas de la falta de oportunidades por limitadas capacidades laborales o sociales o, simplemente, porque las propuestas gubernamentales no responden al intereses del joven.

Reflexionar sobre el destino de los jóvenes que residen en Querétaro (y los que vengan) no es un tema de moral personal, del buen ciudadano, es una necesidad como sociedad para mantenernos en las condiciones que disfrutamos; se lo debemos a aquellos que trabajaron para dejarnos este legado.

Especialista en Seguridad y ex procurador General de Justicia de Querétaro

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