La operación urgente que desplegó Ricardo Monreal para cerrar definitivamente la confrontación de Morena en Puebla, cicatrizar al partido y obligar a su pupilo, el senador Alejandro Armenta, a reconocer al candidato Miguel Barbosa, darle la mano y retirar definitivamente sus quejas ante el Tribunal Electoral federal, tuvo una razón igual de apremiante: al coordinador de Morena en el Senado le pidieron “desde las alturas” detener de inmediato el pleito y los cuestionamientos al abanderado morenista porque las encuestas internas del morenismo estaban registrando una caída de varios puntos de su candidato a la gubernatura, atribuida a la división y las pugnas en el partido oficial.

El reporte directo del CEN de Morena a las cúpulas del lopezobradorismo fue que los ataques y el divisionismo de los seguidores de Armenta habían afectado a Barbosa en las encuestas, mientras estaban beneficiando un crecimiento del candidato del PAN, Enrique Cárdenas. Y ante la alarma interna que generó una petición expresa, Monreal convocó a una reunión urgente, el lunes por la noche, en su oficina del Senado, tanto a Miguel Barbosa como a Alejandro Armenta, que ahí, con el líder senatorial como testigo, fumaron la pipa de la paz y establecieron acuerdos para detener toda confrontación, tomarse la foto juntos y que el inconforme Armenta se desistiera de los recursos de impugnación que ayer mismo retiró del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Con esta operación se busca fortalecer y arropar la candidatura de Barbosa para consolidar la ventaja que aún conserva Morena y evitar que la oposición se siguiera beneficiando de la división interna, como había ocurrido en las últimas semanas. Se cierra así una parte de la confrontación interna entre Monreal y Yeidckol Polenvsky, con una aparente victoria de la dirigente, aunque lo que sigue ahora, sobre todo después de las elecciones de junio, será la disputa por la dirigencia nacional de Morena, que se renueva en noviembre próximo.

Y es que, al capitular en Puebla, Ricardo Monreal también hace sus propios cálculos y decide concentrar sus fuerzas en el relevo de la presidencia de Morena, porque sabe que ya hay varios grupos y tiradores que se están moviendo en pos de controlar al hoy partido gobernante. Por un lado está el grupo del zacatecano, con Alejandro Rojas Díaz Durán ya como candidato declarado a la dirigencia morenista, pero también se mueve ya Marcelo Ebrard, quien impulsaría la candidatura de Mario Delgado en una alianza con el grupo de Higinio Martínez, además de que del núcleo duro del lopezobradorismo, en el que se mueve la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, promueven la candidatura de Bertha Luján, la actual presidenta del Consejo Nacional del partido.

Así que, el Pacto de Puebla, con el que se busca garantizar esa estratégica gubernatura para el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador y su Cuarta Transformación, es sin duda un “acuerdo de unidad”, pero sólo momentáneo para dar paso, pasados los comicios de junio, a la batalla por el partido mayoritario, en cuya definición de la dirigencia nacional se comienza también a jugar la sucesión presidencial del 2024. Por eso Monreal retrocede y prefiere elegir mejor sus batallas; y por eso Ebrard también ya mueve sus fichas para la elección interna de noviembre, igual que lo hacen los lopezobradoristas más cercanos en torno a la figura de Sheinbaum. Son los tres aspirantes naturales a una sucesión que en el tiempo aún se ve lejana, pero que en los hechos, ya comenzó a librarse al interior del grupo gobernante.

NOTAS INDISCRETAS…La reunión de casi hora y media ayer en Palacio Nacional, entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el senador Napoleón Gómez Urrutia, fue el primer encuentro privado en el que los dos personajes hablaron cara a cara, en más de año y medio desde que el líder del sindicato minero se sumó, entonces desde el exilio en Canadá en septiembre de 2017, al proyecto del entonces candidato presidencial de Morena. Aunque habían tenido contacto telefónico y López Obrador ya como presidente lo había saludado y cruzado palabras en actos y reuniones oficiales, Napoleón nunca había sido recibido en privado por el hombre que no sólo confió en él y lo rescató del exilio político de poco más de 12 años que pasó en Canadá, durante los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, sino que lo devolvió a los primeros planos de la política nacional y del sindicalismo ya no sólo mexicano sino internacional. Porque en el encuentro de ayer por la mañana, presumido en redes sociales por el propio senador Gómez Urrutia que tuiteó la foto con el mensaje: “Tuve una muy agradable conversación con nuestro presidente @lopezobrador­­_ , cuya calidad humana y sensibilidad social marcarán una etapa trascendental en la historia nacional”, el tema indiscutible fue la Reforma Laboral que ayer por la tarde aprobó en Comisiones el Senado, y el nuevo liderazgo que Napoleón busca encabezar en el sindicalismo mexicano, con la venia del propio presidente. Así que los sindicatos, sin duda, van a cambiar; los liderazgos no mucho…Los dados mandan Escalera doble. Buen tiro.

sgarciasoto@hotmail.com

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