El 1 de marzo próximo pasado, Marcelo Ebrard, nuestro Secretario de Relaciones Exteriores, presentó los diez puntos del “Proyecto de Auxilio a Migrantes Mexicanos” del gobierno del presidente López Obrador. Excelente y honrosa preocupación que, como lo señala el historiador David Maciel, “se enmarca en la historia de los vínculos de la diáspora mexicana con su país de origen, que se remontan a 1848”. Su comentario debería llevar a nuestro gobierno a ampliar su visión para abrazar no solo a los migrantes actuales, que forman el 30% de la población de origen mexicano, sino a la gran comunidad, ya nacida en los Estados Unidos, la de los descendientes de los Mexicanos que se quedaron en los territorios anexados en 1848, y de los que empezaron a migrar a los “Yunaites”, a partir de 1880 y sin parar durante más de 130 años.

Digo “nuestro gobierno” y añado nuestra “mafia de la ciencia” que debería prestarle más atención a esa gran comunidad de 37 millones de personas, de los cuales 70% nacieron en los Estados Unidos. David Maciel me enseñó el Routledge Handbook of Chicano Studies, publicado en 2019 en Londres y Nueva York: un catálogo impresionante de los estudios chicanos: la academia mexicana está ausente, no por un olvido de los editores, sino porque es la realidad. Si uno piensa que una de las editoras de la obra es francesa y que Francia tiene un contingente numeroso de estudiosos del tema chicano… se queda pensativo. Felizmente, la editorial Siglo XXI acaba de publicar una compilación de estudios intitulada La Creación de la Nación chicana, realizada por especialistas americanos (Juan Gómez-Quiñones, Richard Griswold del Castillo y David Maciel) y la UNAM publica de David Maciel La Otra cara de México. Ensayos acerca del pueblo chicano (2018).

¿Por qué nos importa? Nos importa hoy, mañana y pasado. Hoy, egoístamente, porque en 2018 las remesas que mandaron los mexicanos/chicanos que mantienen nexos familiares con México, alcanzaron la cantidad récord de 33,481,000 de dólares. Hoy, porque los académicos chicanos han logrado, en muchas universidades, meter en la docencia el tema de México; hay que saber que existen en el país vecino, entre los medios de comunicación en español, 140 canales de televisión, 600 estaciones de radio y unos 500 periódicos y revistas. Es parte del fenómeno temido por los electores de Trump, “la morenización”; se trata de lo que denuncian como el Browning of America, la amenaza para los supremacistas blancos.

Mañana, con el peso demográfico creciente de esa gran minoría unida a los otros “latinos”, aumentará su presencia política. La mitad de los posibles votantes latinos son “millenials” y, cada año, 800 mil jóvenes chicanos cumplen los 18 años que hacen de ellos potenciales electores. Podría hacer la diferencia en las presidenciales de 2020, en estados como Arizona, Colorado, Florida y Texas. En Arizona y Texas el voto chicano podría rebasar el 30% del total. En las elecciones de noviembre 2018 de las siete gobernaturas que ganaron los demócratas, la de Nuevo México fue para Michelle Lujan, la ex presidenta del Hispanic Caucus. En California, los latinos pasaron de ser el 5% del electorado en 1980, a ser el 26% de modo que su presencia en el Congreso estatal ha crecido de 7 a 23 diputados.

Pasado mañana: las proyecciones demográficas para la minoría chicana/mexicana dan un doblamiento en cuarenta años: en 2050, el 25 % de la población estadounidense será de origen latino, en su mayoría de origen mexicano. ¿Se vale hablar de “Reconquista” de los territorios perdidos en 1848? México los perdió, no solamente por el imperialismo expansionista americano, sino porque los territorios eran vacíos. Hubo conquista militar, pero también irresistible presión demográfica. Ahora la irresistible presión demográfica vino y sigue viniendo del Sur. A descubrir, pues, el Otro México.

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