Hace apenas un par de semanas atrás, me referí en esta misma columna al fuego que construye, hoy la historia es totalmente distinta. La catedral de Nuestra Señora, sede de la arquidiócesis de París, no es solo uno de los emblemas de la ciudad Luz, sino de la humanidad entera. Su edificación inició en el año 1163 y se concluyó casi dos siglos después, en el año 1345. Dedicada a María, la madre de Jesucristo, la catedral está ubicada en la pequeña isla de la Cité, rodeada por las aguas del río Sena. Cabe mencionar que el lugar tiene un destacado y largo historial  de culto religioso que precede su propia construcción. Testimonio de la dualidad de estilos, Románico y Gótico, es de los lugares más visitados en París, Francia.  Al momento de escribir esta columna, vive una de las peores tragedias por un incendio que le consume. La noticia es y será, sin duda alguna, una de las  más comentadas en esta semana a lo largo y ancho del planeta, absolutamente en la mayoría de los medios e idiomas.

He tenido la enorme fortuna de estar un par de ocasiones ahí como visitante y como fotógrafo. Recuerdo en especial una ocasión imaginando cómo fueron algunos de los acontecimientos célebres en la historia que sucedieron ahí, fotografiando también en el atardecer algunas las gárgolas que se deben, de cierta manera, a Víctor Hugo en su lucha por la conservación de edificios góticos en el año de 1830, que precedió a la publicación en febrero de 1831 de su novela Nuestra Señora de París, donde los personajes principales Esmeralda y Quasimodo formaron parte de otra singular tragedia que hablaba del romanticismo y de los amores imposibles, donde Notre Dame jugó un singular papel. Para muchos de nosotros, hubo más de un siglo después, diversas versiones llevadas a la pantalla grande con un final muy distinto a la referida novela. Víctor Hugo, además de su enorme aportación a la literatura francesa y a la universal, logró que se llevaran al tiempo importantes acciones en materia de conservación urbana.

La catedral reúne también momentos y espacios estrechamente vinculados con México. El suicido de la célebre escritora María Antonieta Rivas Mercado, polifacética promotora cultural que ha sido también un referente en la historia cultural de nuestro país. Sin embargo, prefiero en otro orden de ideas, resaltar el espacio dedicado a Nuestra Señora de Guadalupe, capilla singular donde se le venera y donde los mexicanos católicos sentimos, en la lejanía de nuestra patria, una emoción difícil de describir por la belleza del lugar y de las imágenes ahí reunidas.

Entrar en la catedral que fue, significaba ingresar en un largo viaje a través del tiempo, de la historia y de la profunda admiración y respeto por todo lo que representa el patrimonio de la humanidad entera, sin dejar de considerar la parte íntima de la religión que profeso. En el exterior, las tantas gárgolas que inmutables observan una de las ciudades más hermosas del mundo y las que en silencio han protegido del agua de lluvia en la parte práctica de la arquitectura, también lo han hecho en lo referente a la parte espiritual e inclusive han merecido que se tejieran un sinnúmero de leyendas a su alrededor. El diseño de las gárgolas, con su mezcla entre animal y humana, las convierte en personajes únicos que seguramente, en esa dualidad, merecen el rechazo de algunos, pero para muchos otros representan una particular expresión que le otorga al conjunto arquitectónico esa belleza única que tuvo y que hoy duele ante tan lamentable pérdida por ese fuego que destruye implacable y feroz.

Estoy cierto que los seres humanos enfrentamos muchos momentos duros y difíciles a lo largo de nuestra vida. Las pérdidas conllevan dolor y tristeza y peor aún, hay acontecimientos acompañados donde ese dolor supera diferencias y fronteras. No podemos permanecer indiferentes a ello cuando comprendemos la dimensión de lo que jamás volverá a ser igual. Hoy nos duele también de este lado del planeta. Los testimonios que forman parte del patrimonio cultural de la humanidad merecen el cuidado y la protección para  propiciar el disfrute de las generaciones presentes y venideras, de tal suerte que como lo hacemos nosotros ahora, nos permitan conectarnos con el pasado, honrando la memoria de aquellas generaciones que vivieron en tiempos lejanos y distantes en el otro lado del mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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