Se empeña el medio futbolístico en minimizar la rivalidad entre el América y los Tigres, como si fuera un insulto a los viejos enfrentamientos ya posicionados por su historia y odio deportivo. Claro que tiene todos los elementos para considerarlo la más grande rivalidad de nuestros días, cada vez que se enfrentan regios y capitalinos, es hoy, el partido más pasional que tiene el fútbol mexicano.

Y se demostró ayer en Houston. Un duelo que no representa maldita la cosa, un trofeo de papel se convirtió en un espectáculo digno de cualquier clásico. Claro que la envidiosa actitud de seguidores de Cruz Azul, Chivas, Pumas y hasta de Monterrey no aceptará jamás que entre Tigres y América ya existe un verdadero odio deportivo, y lo mejor de todo, se enfrentan cada vez más seguido en fases de eliminación directa, donde más duele perder, como sucedió ayer con el equipo de Miguel Herrera.

La Leagues Cup, que resultó un buen experimento, le dará vida a partidos entre semana. Es mucho más atractivo ver este tipo de encuentros que los de la Copa MX que aburren, que son tomados con poca seriedad y  están llenos de jugadores suplentes. Las cosas han sido distintas en Estados Unidos con este incipiente certamen, la realidad es que acertaron y si bien está lejano a una Copa Libertadores se irá construyendo un torneo que se considerará fundamental para las aspiraciones de los involucrados.

El América fracasó por segunda semana consecutiva en Estados Unidos, pero a diferencia de lo sucedido en Atlanta, ayer se hizo el harakiri, porque cuando más defendía un empate tuvo el gol de la diferencia para acabar con los Tigres. Dos autogoles son demasiado para un equipo que aspira al campeonato, una alta desconcentración defensiva, línea demasiado improvisada por  Herrera por las lesiones y bajas de futbolistas. Y aunque modificó  y le estaba resultando todo, le realidad es que un cabezazo acabó con todo.

Sigue sin entenderse porqué el cambio de criterio de Miguel Herrera de seis meses a la fecha. En febrero cuando llegó Nicolás Castillo, un 3 de febrero, lo hizo debutar a los seis días de desempacado de Portugal, contra Pumas al mediodía y ahí sí justificó la urgencia para tenerlo en el campo. Guillermo Ochoa lleva ya dos partidos viendo actividad desde la tribuna y desde la banca, a lo que el técnico argumentó que aún no estaba preparado.

Curioso cambio de criterio del entrenador del América, seguramente defendiendo su postura del día cuando declaró que el portero de la Selección Nacional no tenía asegurada la titularidad. Pero salió el “tiro por la culata” porque en una serie de penaltis para definir un pase a la final de cualquier torneo, sería básico contar con el mejor portero de México bajo los tres postes. Ayer pudo ser la diferencia, todos lo veían así.

Los Tigres ahora presumen que ya no sólo tienen el Clásico Regio, han forjado una real y auténtica rivalidad contra el América, es sin duda, el nuevo clásico del futbol mexicano, aunque los antiguos, los que se oponen a los cambios y a nuevas tendencias, lo nieguen.

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