El pasado 20 de diciembre seis diputados de Morena se abstuvieron de votar el Presupuesto 2017 para la Ciudad de México.

El coordinador de ese partido en la Asamblea Legislativa, César Cravioto, había ordenado, sin embargo, que los 20 diputados que conforman la bancada votaran contra el presupuesto “en bloque”. La razón: dicho presupuesto señalaba un mínimo aumento en la asignación de recursos para las delegaciones de Morena, y permitía incluso que algunas de ellas recibieran más dinero que otras.

Los seis diputados pasaron por alto la instrucción. No era aquella la primera vez que los legisladores de Morena diferenciaban su voto. Lo habían hecho ya otras veces: no votaron en bloque la Ley de Vivienda, ni la Ley de Hipoteca Inversa. Tampoco la Ley de Protección Civil. En todos esos casos se registraron abstenciones, así como votos a favor y en contra.

Los diputados de Morena afirman creer en el voto de conciencia, y no en el voto corporativo “al más puro estilo del PRI”. Decidieron que la problemática de las delegaciones no es la misma, que hay algunas más grandes y conflictivas que otras. Votaron como creyeron.

El problema fue que entre las delegaciones que obtuvieron más recursos se hallaba la Cuauhtémoc, gobernada por Ricardo Monreal.

Como se sabe, el dirigente de Morena en la Ciudad de México, Martí Batres, ha entablado con el zacatecano una guerra tan cruenta como soterrada por la candidatura de 2018 a la jefatura de gobierno.

Entre los capítulos de esa guerra que no han trascendido, de acuerdo con militantes del partido, se encuentran las constantes visitas de Batres a las delegaciones gobernadas por Morena —Tláhuac, Xochimilco, Tlalpan, Azcapotzalco—, a fin de establecer alianzas mediante el ofrecimiento de candidaturas a alcaldías, así como a las diputaciones locales y federales que el año entrante se pondrán en juego.

La inequidad en la repartición del presupuesto 2017 proporcionó al líder de Morena en la Ciudad de México una oportunidad de oro no solo para quedar bien parado con los delegados, sino para comenzar a formar lo que algunos morenistas llaman “el nuevo TUCOM” (“Todos Unidos Contra Monreal”).

Según se desprende de una grabación obtenida por el columnista la semana pasada, Batres considera que Ricardo Monreal posee un perfil mafioso, tiene los mismos vicios del PRD, no representa a los militantes de Morena y mantiene relaciones con personajes que no son bien vistos en el partido.

El voto en abstención de los seis diputados que habían beneficiado económicamente a la delegación de Monreal permitió que Batres avanzara nuevas piezas en la lucha por la candidatura.
Exigió que los legisladores Juan Jesús Briones, Aleida Alavez, Darío Carrasco, Néstor Núñez, Juana María Juárez y Luciano Tlacomulco fueran llevados ante la Comisión de Honor y Justicia “por haber afectado los intereses de la ciudadanía”, “haberse dejado tentar por el régimen opresor que corrompe” (los términos del presupuesto habían sido establecidos por PRI, PAN y PRD, los partidos que firmaron el Pacto por México, y que tienen mayoría en la Asamblea) y por “haber puesto en duda su lealtad a los intereses del partido”.

En presencia de Martí, y del coordinador Cravioto (a quien los morenistas consideran un simple alfil del presidente del partido), cada uno de los legisladores fue sometido a un interrogatorio de 30 preguntas, realizadas por tres graves comisionados.

El tono general, dicen algunos de los que fueron llevados a juicio, fue el de las grandes purgas del Partido Comunista:

“Diga si es cierto, como lo es, que usted estuvo en la sesión legislativa del 20 de diciembre”.

La sanción a que serán acreedores los diputados puede ser una amonestación privada, una amonestación pública, la suspensión de sus derechos, o bien la expulsión.

La suspensión de derechos les impediría obtener candidaturas para el proceso electoral del año próximo. Batres sacaría de la jugada a seis personajes que considera cercanos a Monreal.

Los legisladores dicen que no todos están cerca del zacatecano. Pero afirman que éste está abierto al trabajo político, mientras que Batres, cuyo lema es, “Morena para los de Morena”, solo les contesta el teléfono a los “puros”.

La guerra y la división interna estallan en Morena, mientras su líder máximo busca un gran acuerdo de unidad nacional.

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