Los mercados financieros no tienen corazón, piedad ni paciencia. Cuando algo no les gusta, reaccionan en un instante. Entre los inversionistas el que reacciona más rápido gana más, o pierde menos.

Hoy por hoy, los mercados financieros son el contrapeso más poderoso que tiene el próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Si comete excesos, van a reaccionar en un chasquido. Y eso va a impactar en el peso, la bolsa, las tasas de interés... y eso la ciudadanía suele registrarlo, sufrirlo y cobrarlo. Los mercados ya regalaron al presidente electo su primera advertencia: a los pocos minutos de que anunció el nombramiento de Octavio Romero Oropeza como futuro director general de Pemex, la tasa de interés que paga Petróleos Mexicanos por su deuda a 10 años subió medio punto porcentual. Es decir, a la paraestatal le empiezó a salir más caro el crédito por esta señal que recibieron mal los que manejan el dinero en el mundo.

Los mercados financieros consideraron que Romero Oropeza, un agrónomo sin ninguna trayectoria en dirección empresarial ni manejo de cuestiones energéticas cuya cúspide laboral fue la Oficialía Mayor del Gobierno del entonces Distrito Federal, no tiene las credenciales para encabezar a la empresa más grande de México, una de las petroleras más importantes del mundo. Y así como a veces los mercados castigan a las empresas privadas cuando nombran nuevos directivos porque no les gustan los perfiles, esta vez castigaron a Pemex. Además del spread de los bonos a 10 años que creció medio punto porcentual, también los instrumentos financieros conocidos como credit default swaps de Pemex aumentaron 20 puntos base. Considerando que la deuda de Pemex es de casi 100 mil millones de dólares, el impacto de la empresa al refinanciarse en los mercados internacionales a una tasa de interés superior sería de aproximadamente 500 millones de dólares, a consecuencia de este brinco por lo mal que fue recibido el nombramiento.

En el seguimiento minuto a minuto del comportamiento de los mercados, puede concluirse que este salto en la tasa está claramente identificado con el anuncio del presidente electo López Obrador de quién se encargará de manejar los destinos de la paraestatal, y por lo tanto, no tiene que ver ni con el “Efecto Sultán” de la crisis de Turquía, la incertidumbre por el TLC o cualquier otra noticia relacionada con el mundo energético, según pude confirmar con varias fuentes financieras privadas. La información que cito en esta columna está abierta al público y fácilmente rastreable para quienes suelen manejar este tipo de cotizaciones.

Romero Oropeza tiene frente a sí el enorme reto de convencer a los mercados que es un buen gestor. Pemex es un monstruo pero también hay mucho por donde moverse (corrupción, huachicol, eficiencias, sindicato). El próximo presidente tendrá que estar vigilante.

SACIAMORBOS. La CFE cumple 81 años. Su futuro director es un año más viejo.

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