“¿Que estoy detenido? De acuerdo. La última vez tardé tan poco en salir que mi sopa todavía estaba caliente cuando llegué a casa”.

Los Soprano.

Solamente en lo que llevamos del 2020, se han cometido más de 1,300 asesinatos contra mujeres.

Poco más de 300 han sido calificados como feminicidios y los restantes como homicidios dolosos, muy pocos casos han terminado con detenidos y casi ninguno con sentencia condenatoria, dada la tardanza e ineptitud de nuestro sistema hoy aún más entorpecida por la pandemia.

En México, uno puede hacer lo que se le pegue la gana sin muchas consecuencias, la cárcel es para los pobres y los marginados, el castigo es para el estúpido, una persona con ciertos recursos económicos difícilmente pagará por sus acciones.

Por eso me llama tanto la atención el caso del Notario 102, Horacio Aguilar Álvarez de Alba, que en un desborde de prepotencia echó a jaloneos a su pareja de casa en un tristemente célebre video que, seguramente, usted ha visto ya.

El notario ha recibido condenas a su acción por el Colegio de Notarios, por la Libre de Derecho, de la que fue maestro y terminó despedido cuando se vio involucrado en decenas de acusaciones por acoso sexual, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y hasta por la Secretaría de Gobernación, sin embargo ahí sigue, campante, con ínfulas de grandeza, sintiéndose intocable.

El priato que representa aún Alfredo del Mazo en el Estado de México, estaba acostumbrado a eso: a los intocables, a los amigos a los que se les encumbra y no se les molesta, a los que se solapa, a los que groseramente se alcahuetea en sus pillerías más groseras porque, al final, son cuates.

La Secretaría de Justicia y Derechos Humanos en el Estado de México hace en este caso justo lo contrario a lo que, por ley está, obligada: deja una víctima en indefensión frente a una serie de pretextos burocráticos y, para colmo, mentirosos.

Pareciera que quiere lavarle las manos a su jefe, el Gobernador del Mazo, inventando que, por falta de elementos, no podrá, ni siquiera, revocarle la licencia notarial al notario golpeador.

No le bastan las condenas y exhortos de las instituciones, le parecen poco las peticiones de los colectivos feministas y el video, siguiendo las enseñanzas del viejo PRI, se antoja que ni lo ven ni lo oyen.

Por eso es que no debería de sorprender que, justamente, el epicentro del feminicidio nacional es el Estado de México, con esas autoridades que consideran venial, una travesurilla, una cosilla de nada, la agresión a una mujer.

Sobra el atole con el dedo: la decisión de que el notario siga siendo notario, y además en total impunidad, depende únicamente del gobernador Alfredo del Mazo.

De Colofón

Dicen que, en los tiempos de Miguel de la Madrid, no pasó el examen para ser notario, perdió frente a la mujer que se convertiría en la primer notario de la Ciudad de México y que ahora despacha en Gobernación.

Dicen que su actual notaría, realmente, no era suya sino que estaba designada para el hijo de un secretario de Estado del expresidente. Dicen que el notario fue un Juanito al que le prestaron el hueso y no lo devolvió.

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