Todo parece indicar, como lo habían señalado las encuestas en los últimos meses, que AMLO va a ser el próximo Presidente de México. Le espera una serie de retos enormes a su gobierno, dado que las expectativas son muy altas.

Su cruzada en contra de la corrupción deberá comenzar a tomar forma desde el primer día de su gobierno, y eso lo va a obligar a abordar decisiones que no le resultarán cómodas. No sabemos hasta dónde podrán llegar los ajustes de cuentas respecto a los gobernantes actuales, tanto a nivel federal como local.

Otro reto enorme será en cuestiones económicas. Actualmente tenemos un escenario complicado por el posible final del TLCAN, marcado, además, por décadas de escaso crecimiento y salarios extremadamente bajos. ¿Cómo hacer que despierte la economía mexicana y se sume a las tendencias globales de innovación, entornos globalizados y precios competitivos? ¿Y cómo hacer los cambios necesarios sin tirar por la borda los avances logrados hasta ahora y sin afectar a las clases medias que caracterizan en un alto porcentaje a la estructura poblacional de México?

Un tercer aspecto que se deberá atender desde el primer día de gobierno es el combate a la impunidad. Ninguna expresión gubernativa es creíble si no tiene la fuerza necesaria para aplicar la ley. En México la impunidad ha sido y sigue siendo la regla tanto para quienes cometen delitos comunes como para quienes lo hacen cobijados desde adentro del poder público. Hay que romper los engranajes de la impunidad para que sea la ley la que rija las conductas sociales y que sean los tribunales los que resuelvan las disputas.

Combate a la corrupción, atención a asuntos económicos y lucha contra la impunidad son tres de los muchos temas que deberá atender AMLO tan pronto se siente en la silla presidencial. A ellos debemos sumar muchos otros que consumirán la energía y el tiempo del futuro Presidente y de todo su equipo de gobierno. Ojalá no nos fallen.

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