Hace unos meses escuchábamos, de voz de los secretarios de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray y de Desarrollo Social, Rosario Robles, que los programas asistenciales no han sido suficientes para abatir la pobreza. Esta realidad ha quedado de manifiesto luego de conocer los estragos que ocasionaron los fenómenos meteorológicos que recién azotaron al país.

Ingrid y Manuel dejaron un mensaje al pueblo y principalmente a sus autoridades, un mensaje que indica hacia dónde se deben orientar las políticas públicas, si es que está entre las prioridades el abatir los índices de desigualdad y de pobreza.

Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Veracruz, además de ser las entidades con mayor número de población indígena, ocupan los primeros lugares en pobreza. Solamente Chiapas alberga a un millón 581 mil personas en extrema pobreza, un porcentaje muy elevado en relación a su población total, que de acuerdo al Censo del 2010 era de 4 millones 796 mil 580 personas.

Las lluvias torrenciales de estos últimos días colocaron a estas entidades en una situación aún más precaria. De acuerdo a un estudio realizado por las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se ha podido comprobar que las inundaciones tienen un fuerte impacto en los niveles de pobreza extrema de una comunidad. Elevan la pobreza extrema y de acuerdo a como esta misma organización lo describe,” la presencia de este tipo de desastres es agresiva, como si se concentrara más en las personas más pobres y menos en las que no son tan pobres y mucho menos en las que no son pobres”.

El estudio revela que las personas en extrema pobreza viven en zonas con mayores riesgos, ubican sus viviendas en el cauce de ríos o laderas de los cerros, están hechas con materiales poco resistentes, de tal forma que ante la presencia de fenómenos como Ingrid y Manuel sea fácil que se destruyan. Si a lo anterior le sumamos que el patrimonio de estas personas lo completa el ganado, por el que en muchas ocasiones invierten lo que tienen, una creciente de río o inundación, como las registradas, les quita de la noche a la mañana todo lo que tienen. Amén de las pérdidas humanas y de los problemas de salud que traen estos fenómenos.

Estos fenómenos dejaron sin patrimonio a miles de familias, pero lo más preocupante es que con ello se llevaron también la posibilidad de desarrollo de todas estas familias, fue como un abismal retroceso que las coloca en una desventaja todavía mayor. Más aún, el INEGI revela que el mayor porcentaje de población es joven y el Coneval asegura que la población más afectada por la pobreza son los menores de 18 años.

¿Cuál es, entonces, el panorama para los jóvenes de escasos recursos de nuestro país? Ya lo admitían los secretarios de Hacienda y de Desarrollo Social, cuando aceptando que los programas asistenciales no han resuelto el problema de la pobreza, proponían también una reorientación de las políticas públicas.

No hay duda, hay un gran mensaje de Ingrid y Manuel, este país tiene que reorientar su economía hacia programas de mayores oportunidades para todos, y dar prioridad a los que garanticen mayor desarrollo a las nuevas generaciones.

Ex presidente municipal, ex legislador federal y local

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