Uno de los motores de la sociedad es la serie de ideas y movimientos que se realizan en aras de tener una sociedad más equitativa y justa, que por supuesto es una de las metas de los sistemas democráticos en el mundo. Pero existe otro motor que desde siempre ha sido el elemento que ha impulsado a cualquier sociedad para desarrollarse al máximo, y éste es la cultura.

La cultura ha sido esencial para la instrucción y el pleno desarrollo de cualquier civilización a lo largo de nuestra historia, situación que para nada ha cambiado en tiempos modernos, y en los que su presencia se ha convertido en algo cada vez más sustancial llegando a ser una “sustancia” rectora en la vida de cada individuo. Esto es particularmente significante considerando justamente la tecnología y los enormes avances de comunicaciones que en conjunto han permitido el alcance a una sociedad ampliamente globalizada, y que cuyo resultado ha provocado la asimilación de una cultura en vez de enfatizar la existencia e importancia de las diversas culturas, o puesto de otro modo, de las diversas manifestaciones culturales, y con ello abordo cuestiones artísticas, políticas, sociales, etc.

En este sentido, algo que debe enteramente aplaudirse es la cercanía de la cultura que puede haber en los eventos y festivales de esta índole en nuestro Querétaro. Así, como se adelantó en la anterior entrega de esta columna “Procesos del Poder”, el pasado jueves dio inicio al —en mi opinión— mejor festival de cultura en Querétaro: el Hay Festival. En estos tres días de recorrido nos ha mostrado diferentes temas, diferentes rostros y diferentes puntos de vista enriquecedores que nosotros como espectadores, desde luego, podemos tanto refutar como interiorizar. Un proceso es tan válido como el otro, pero lo sustancial de éste es justamente la capacidad de recibir nueva información, contrastarla con el bagaje individual de cada uno y con ello generar una nueva perspectiva que puede hacernos crecer en lo personal. Tal proceso claro que podemos experimentarlo cada día, no obstante, en este contexto, en mi opinión suele ser más provechoso que en ese proceso haya incidido un personaje que ha probado ser un portavoz notable y que cuya experiencia en su materia —llámese arte, ciencia, política, periodismo, comunicación, etc.— es lo suficientemente relevante para exponerla: ahí es donde recae el significado y calidad de este festival.

Las pláticas que se han expuesto a lo largo de estos días, y que han sido de una variedad excepcional, nos han permitido conocer nuevas cosas, pero también contrastar esos escenarios presentados con nuestro México, con nuestro Querétaro y con nuestra realidad social. Un punto que debe mencionarse en este sentido es lo manifestado por Juan Manuel Santos, ex presidente de Colombia, quien en su labor como mandatario concretó la paz con la guerrilla más longeva de la historia contemporánea, y que con base en eso emitió una recomendación al pueblo y gobierno mexicano en esta arduo y extendido combate a uno de los males más ríspidos de nuestra historia: el narcotráfico. Por otra parte, en conversación con Jacobo Zanella, Lina Meruane expuso de lo esencial de perder los tabúes y comenzar a ver el cuerpo, así como el empoderamiento femenino, como un espacio de creación de ideas para llegar una sociedad cada vez más equitativa.

Esa ha sido la tónica de este festival, permitiendo dar un punto de vista, proponiendo, sugiriendo y, sobre todo, enriqueciendo la opinión en la sociedad acerca de los temas mostrados. Este domingo continúa y concluye, y como recomendaciones están la exposición de un manual de cómo escribir, presentado por el queretano Imanol Martínez, y más tarde la plática acerca del movimiento MeToo.

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