Cuando mi enclenque vocación sucumbió ante la realidad de la vida militar para formarme como piloto aviador en el Colegio del Aire en Zapopan, Jalisco, mi segunda y clara opción fue estudiar ingeniería electrónica; no imaginaba el cúmulo de satisfacciones y oportunidades para cambiar mi entorno que me brindó el estudiar una ingeniería.

Sin duda alguna que las formaciones universitarias, cualesquiera que estas sean, posibilitan a cualquier persona a cambiar su realidad, a influir positivamente en lo que les rodea; también es cierto que no se requiere necesariamente de una formación profesional de nivel universitario para ser un agente de cambio o modificar un poco aquello o aquellos con quienes coincidimos en este pequeño instante de tiempo en la historia de la humanidad en que nos toca vivir. Lo cierto es que aquellos que hemos tenido la fortuna de acceder a la educación superior y más aún, aquellos que obtuvimos un título de ingeniería creo yo, estamos llamados a contribuir un poquito más, y me explico.

Para empezar, la ingeniería esta definida según la RAE como aquel “conjunto de conocimientos orientados a la invención y utilización de técnicas para el aprovechamiento de los recursos naturales o para la actividad industrial”, incluyendo además la “actividad profesional del ingeniero”. Luego entonces estamos para aprovechar lo que nos rodea, para hacer mejor la vida de los demás, pero sin olvidar que el fin nunca justificará los medios; es importante reconocer que las diversas revoluciones industriales han traído sin duda grandes beneficios a la humanidad, impulsadas indudablemente por ingenieros y tecnólogos, sin embargo han generado también condiciones que hace tan solo algunas décadas, no imaginábamos: el daño irreparable a nuestro planeta, a las especies que lo cohabitan con nosotros; el increíble riesgo que la tecnología militar representa para la propia, especie, por solo mencionar algunos de los impactos negativos de la acción ingenieril.

Adicionalmente a la etimología que nos fuerza a utilizar nuestro ingenio como ingenieros, hay un trasfondo aún más trascendente: el conocimiento y experiencia al servicio de los demás. Estos conocimientos propios o complementados generan más información, recurso al que la gran mayoría de los ingenieros y cualquier persona tenemos acceso en estos tiempos, y que deben servirnos para construir puentes entre las personas, deben servirnos para ayudar, en pocas palabras para compartir, este es el verdadero originen de la transformación del entorno al que me refiero previamente. Un ingeniero que no comparte es como un manantial que no sacia la sed de nadie.

A escasos días de haber celebrado el día del Ingeniero en nuestro país, el pasado 1o de julio, atraigo la atención a los que nos graduamos de algún tipo de Ingenieria, a los que nos llaman ingeniero o ingeniera, a los que se encuentran ya retirados, a los empresarios, funcionarios públicos, a los que estudian una ingeniería en estos momentos, o que piensan hacerlo. Todos sin duda estamos llamados a transformar aquello que nos corresponda, debemos sentirnos comprometidos con aquellos que creen en nosotros, con las personas que nos impulsan todos los días, debemos voltear a ver a nuestra comunidad, seamos o no ingenieros, para hacerla diferente, para hacer la reingenieria que tanto necesita nuestro país, para diseñar y reconstruir, desde los cimientos, el México que queremos y merecemos. Saquemos al ingeniero que todos llevamos dentro.

¡ Felicidades ingenieros !

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