Cayó del cielo. Un regalo divino en el que pocos creían hasta que se produjo en medio del desánimo y la incertidumbre.
Luego de interminables meses de campaña, el Mundial llegó como posibilidad de escape. Apenas con un delgadísimo hilo de fe en nuestro equipo. Ése que alguien definió como “un juego de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania”.
Pues ahora no fue así. Y el milagro se produjo al minuto 34, cuando Hirving El Chucky Lozano recibió un pase telemétrico del Chicharito para quebrar la cintura de dos grandotes con una finta torera y marcar un gol de antología. Un sueño en vida, aunque luego hayamos sufrido otros 60 minutos porque fallamos una y otra vez y al más villano se le ocurrió sacar del terreno de juego a los dos mejores —Lozano y Vela— sólo para recordarnos que el que manda es él; que si el equipo nos tenía fascinados él puede modificarlo.
Pero es cierto, resultado mata quejas y rencores. Mata todo. Y lo bailado ya no nos lo quitará nadie. Es un resultado histórico. Una gran alegría aun en estos días de encono electoral.
Ya candidatos y partidos se colgaron de la victoria y tienen su versión de lo que significa. Para Ricardo Anaya: “Así vamos a ganar nosotros también, con fuerza, con entusiasmo y muchísima determinación”; José Antonio Meade fue un más contundente: “Que nadie se confunda, en las elecciones no hay invencibles”, para luego tuitear: “¿No qué no? ¡Claro que se puede! #MéxicoChingón”. Ambos en la muy discutible hipótesis de que si se compara el Mundial con el proceso electoral y al puntero en las encuestas con el campeón, Alemania, todavía hay tiempo de derrotarlo.
Desde su cancha, Amlo y sus seguidores tienen una visión muy distinta: tan cerca del final, ya nadie podrá arrebatarles el triunfo. El propio Andrés Manuel lo puso en estos términos: “Es una muestra de lo que están hechos los mexicanos y así como ganó hoy la Selección, va a seguir ganando México”.
Yo no creo que nadie vaya a cambiar el sentido de su voto en función de los resultados del TRI. Creo que la inmensa mayoría ya definió a su favorito.
Lo que sí puede ocurrir es que antes de la elección hayamos calificado a la siguiente ronda y nos dé más gusto acudir a las urnas. Mientras tanto, habrá que agradecerle al profe Osorio; yo le ofrezco una gran disculpa pública y encabezaré la marcha del perdón en Reforma.