Las autoridades de Estados Unidos tenían lista su investigación contra Rafa Márquez desde hace un par de meses. Pero no la hicieron pública hasta la semana pasada por un argumento que no fue diplomático, político, policiaco ni judicial.

Decidieron guardarla unas semanas por un argumento… futbolístico. No querían que se interpretara que su actuación buscaba minar la Selección Mexicana de futbol de cara a sus partidos contra Estados Unidos, que se criticara su indagatoria como un interesado “juego sucio”. Así que esperaron a que pasaran el encuentro del 11 de junio en el Estadio Azteca y luego la Copa Oro (a la que finalmente no fue el capitán).

Superado el argumento futbolístico, Estados Unidos se lanzó con todo. La Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro señaló que Rafael Márquez y otro personaje muy popular en México, el cantante Julión Álvarez, presuntamente forman parte de una red que lava dinero para el supuesto narcotraficante Raúl Flores Hernández, alias El Tío.

La historia me la relatan muy confiables y enteradas fuentes diplomáticas de ambos países:

Aproximadamente un mes antes de hacer público el escandaloso señalamiento —finalmente lo dieron a conocer la semana pasada— las autoridades de nuestro vecino del norte entraron en contacto con el gobierno de México para ponerlo al tanto de que estarían boletinando a las dos figuras.

Al conocer de la noticia, el gobierno mexicano tuvo poco margen de maniobra. A consecuencia del endurecimiento de las regulaciones que determinó el ex presidente Barack Obama contra los bancos de su país hace algunos años, varias instituciones financieras foráneas empezaron a reducir sus operaciones en México para evitar incurrir en riesgos que les pudieran implicar megamultas en Estados Unidos. Frente a esta crisis en potencia, el gobierno de México reaccionó y, entre muchas otras medidas para dar certidumbre al gobierno estadounidense y evitar que México quedara marginado del sistema financiero internacional, aceptó tomar como ley los boletines de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés). Así que tan pronto se emiten, México congela las cuentas de quienes aparecen enlistados, aunque no tenga una investigación propia contra los acusados.

Tras la divulgación del caso de la OFAC, me aseguran fuentes oficiales, el gobierno de México le comunicó que estaría apoyando y asesorando al futbolista Rafa Márquez para salir de la bronca.

Según estas mismas fuentes, Rafa Márquez podría superar el problema en un plazo de entre seis y ocho meses. De lograrlo, no tendría este obstáculo para participar en el Mundial de Rusia, que arranca en junio de 2018.

En el gobierno mexicano calculan que el caso de Márquez no luce tan complicado, pues implicaría vínculos patrimoniales con el hijo del presunto capo perseguido. El futbolista podría separar activos, vender, desinvertir, romper por completo cualquier lazo con el personaje, sus parientes, empresas y organización. Estiman que le costará dinero, pero lo podrá hacer.

Las mismas fuentes del gobierno mexicano evalúan que el caso de Julión Álvarez es más complicado, pues dicen que Estados Unidos ha detectado un vínculo mucho más estructural y hasta familiar con El Tío.

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