La estrategia polarizante del presidente Andrés Manuel López Obrador —que tan bien le ha funcionado política y electoralmente— puede conducir a que se hagan juicios prematuros —a favor y en contra— sobre algunas de sus acciones de gobierno. Me parece que está sucediendo frente a su plan para combatir el robo de combustible. La pasión está desatada en medios de comunicación y redes sociales, y se exacerba por la molestia de tanta gente que se frustra con la escasez y las filas.

Pero vayamos punto por punto.

1.- El problema del robo de combustible ha existido desde hace tres sexenios. Los presidentes Fox, Calderón y Peña Nieto anunciaron sus respectivos programas para combatir a los huachicoleros. Ninguno de sus planes causó desabasto de gasolina y diésel, pero tampoco funcionaron: la ordeña de ductos de Pemex fue creciendo y volviéndose más sangrienta hasta articularse con los grandes cárteles de la droga y representar una pérdida superior a los 60 mil millones de pesos anuales para el gobierno.

2.- Hoy por hoy no podemos evaluar definitivamente si el plan antihuachicol del presidente AMLO tuvo éxito. Lleva apenas unos días implementándose y el asunto a combatir es monumental. Si fuera fácil ya lo hubieran resuelto hace años. Es cierto que el actual gobierno hubiera podido implementar su plan con más tino para no desatar desabasto y compras de pánico, sumar a empresarios y gobernadores en una estrategia más integral, comunicarla y explicarla con tiempo, todo eso es cierto, pero si esta estrategia del presidente AMLO contra los huachicoleros funciona y logra abatir el problema, estos días de incomodidades habrán valido la pena. Si fracasa, habrá sido el suyo un fracaso aún más estrepitoso que el de sus antecesores en el cargo: aquellos tampoco pudieron, pero por lo menos no dejaron sin combustible a buena parte de los ciudadanos y empresas. Lo sabremos con el tiempo.

3.- Si los días de escasez de gasolina se prolongan y el territorio afectado se extiende, el problema podría tener un impacto económico y político-social. Empresas que no pueden transportar sus productos, supermercados con falta de muchos bienes porque no pueden distribuirse hasta sus anaqueles, escuelas cerradas porque no hay gasolina para los camiones de los niños son escenarios indeseables pero posibles si el abasto de combustible no se resuelve. Estos escenarios pueden incidir gravemente sobre la evaluación del presidente López Obrador. De nuevo, hasta ahora nada de eso ha sucedido y el gobierno está a tiempo de contener la bronca y salir victorioso de esta.

4.- Sin duda ha habido una mala estrategia de reacción frente al daño colateral que ha significado el desabasto de gasolina en un tercio del país. Frente a las imágenes contundentes de gente haciendo fila de cinco horas para llenar un tanque en una gasolinera y estaciones de servicio cerradas, el presidente declara que “no hay desabasto”. Se muestra alejado de la realidad y poco empático con los ciudadanos afectados.

El tiempo dirá. Mientras, no adelantar conclusiones.

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