César Camacho tomó posesión de la dirigencia del PRI. Muy ufano pronunció una encendida arenga con llamativas perlas de desmemoria y triunfalismo.

La primera: “el PRI no es ni quiere ser el partido del gobierno sino partido en el gobierno”. Novísima tesis lanzada en el auditorio que lleva el nombre de Plutarco Elías Calles, su padre fundador, el mismo que desde el maximato inoculó a dicho instituto los genes de partido de estado y del autoritarismo, otorgándole a los presidentes emanados de sus filas un cúmulo de facultades metaconstitucionales, entre otras, la jefatura real del partido para quitar y poner a sus dirigentes.

Parecía que tras doce años de orfandad presidencial el tricolor podría haber superado esa condición. Es obvio que no pudo. La sustitución de los dirigentes ha seguido puntualmente su programa genético. Una vez mas la asunción de los nuevos jefes se debe a la exclusiva voluntad de un dedo elector. Se puede hacer juego de palabras entre “ser del” o “en el”, pero es retórica insustancial, inconsistente con el hechos.

La segunda: El novel hizo corto circuito con el Nobel. Camacho intentó adornar su discurso con una cita de Octavio Paz, “nadie puede entender a México si omite al PRI”, para ofrecer incienso laudatorio a su partido. Si el laureado poeta sólo eso hubiera escrito la frase podría tener el significado que César le quiso dar. Para su desgracia Paz bordó mucho sobre el tema. Fue imparcial pero demoledor crítico del tricolor. En El Ogro Filantrópico(1979) y Hora Cumplida” (1985), entre otras, reconoció que el PRI había dado algunos servicios al país pero que los había cobrado muy caro y ya era hora que se despidiera.

Para equilibrar honestamente su discurso, el nuevo líder debió haber acompañado la mencionada cita con esta otra del premio Nobel mexicano: “para hacer el elogio del PRI habría que pedirle prestadas a Karl Marx algunas expresiones con que hizo elogio de la burguesía”. (Grenier; Lecciones para el moderno autócrata. Adiós al PRI, 2011).

¿Qué necesidad tenía el novel dirigente de manipular el pensamiento de Paz, si sabe que hay millones de mexicanos que si leen y también recuerdan más de tres libros ? El patinazo sólo puede tener una explicación: la soberbia triunfalista.

La tercera: se refirió a los gobiernos del PAN. “Los beneficiarios del cambio supusieron que su sola llegada a Los Pinos resolvería por ensalmo los problemas”… “So pretexto de un gobierno dividido, padecimos un gobierno detenido. No supieron y a veces no quisieron gobernar. Fueron alternancia sin alternativa y el saldo es la decepción”.

Se entiende que el PRI quiera cargar las tintas sobre las asignaturas pendientes que supuestamente dejó el PAN. Pero es bien sabido que el freno no lo aplicaron sus gobiernos sino el conjunto de fuerzas opositoras que dispusieron de gruesas cuotas de votos en el Congreso en los últimos doce años. Involuntariamente el orador se inculpa, reconoce que hubo gobiernos divididos e implícitamente acepta que el PRI no fue ajeno a la situación que ahora denuncia.

Buena perla es esa de alternancia sin alternativa, pero no deslumbra. Tan hubo alternativa que ahora el Pacto por México prácticamente recoge todas las propuestas que los gobiernos de PAN y que en su momento el PRI-oposición bloqueó y se puede identificar en las primeras decisiones del presidente Peña Nieto etapas subsecuentes de estrategias y políticas públicas iniciadas por los gobiernos panistas. Ciertamente hay algo muy diferente en el escenario: el PAN practica una oposición responsable y no tiene empacho en pactar lo que sea bueno para México aunque el gobierno lo encabece otro partido.

Un caso reciente retrata la nueva situación: para mantener las finanzas públicas sanas el anterior gobierno decidió aplicar aumentos graduales en los precios de las gasolinas, entonces el tricolor clamó electoreramente contra los llamados gasolinazos. Pues bien, el PRI disparó un nuevo gasolinazo a los ocho días de haber entrado al Palacio Nacional y el PAN no se le ha ido a la yugular al Presidente.

Se impone una invitación: con el Pacto los partidos intentan darle lustre a la política y buscan presentar la imagen de una clase política proactiva, capaz de consolidar una democracia eficaz en la producción de bienes públicos. Para que todo esto sea creíble conviene hacer un esfuerzo de eliminar la demagogia.

Analista político

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