La vida de los seres humanos se mide en años, en esos ciclos establecidos desde la antigüedad que varían según las costumbres ancestrales de las diversas culturas a lo ancho y redondo de este planeta. En la gran mayoría de países utilizamos de manera oficial el calendario gregoriano, que nos rige desde 1582 y que fuera promovido por el papa Gregorio XIII, considerando la fecha astral para la celebración de la Pascua y relacionando con ésta todas las demás fiestas religiosas móviles. En realidad se pretendía acomodar el calendario civil al año trópico. Esto quiere decir, vincularlo con el tiempo que la tierra le da vuelta completa al sol.

El ciclo astronómico que conocemos como un año calendario, con la precisión que el desarrollo tanto de la observación, la investigación y el uso de los avances tecnológicos han permitido a lo largo de los siglos, nos lleva a las personas a considerarlo en particular y aplicarlo a la medición del tiempo de vida de las personas que les va reconociendo en lo individual la edad que tuvieron, tienen y tendrán en el azaroso transcurso de la vida misma. Sin embargo, solemos reconocer el proceso de crecimiento y maduración a partir de quinquenios y décadas. La primera corresponde a la infancia, la segunda a la adolescencia, luego la juventud, la plenitud y de ahí un proceso de crecimiento y madurez hasta llegar a la vejez. Anteriormente la esperanza de vida era mucho menor que en la actualidad, y ello nos ha llevado a considerar hoy día que en la quinta y sexta década de vida, aún se mantiene cierta plenitud.

Estoy cierto que la vida no es la misma para todos en general, hay quienes sufren y les rompen el porvenir desde temprana edad, una terrible y lamentable realidad que desafortunadamente está cada día más presente en las sociedades actuales, pero en la gran mayoría, prevalecen los propósitos el aprendizaje que ha obtenido nuestra especie desde que la inteligencia se hizo presente, donde se buscó sobrevivir hasta llegar a lo que conocemos como calidad de vida. En este último contexto, se asume que la niñez vaya acompañada también de la inocencia, de la formación para conocer los talentos y dones que cada quien posee. La juventud nos encamina a formarnos en el estudio y la preparación o en un momento dado a trabajar par lograr el sustento diario. Hay un tiempo donde pensamos que el mundo es una manzana y que se puede comer de un bocado, hasta que la realidad nos coloca en situaciones donde los fracasos y los errores nos enseñan a valorar más la propia vida. Hay un par de etapas donde buscamos alcanzar logros y éxitos que se puedan medir en resultados económicos y sociales. Es hasta que llegamos al momento en el que comenzamos a ver cómo nuestras capacidades físicas ya no son las mismas que años atrás y nos damos cuenta que  poco a poco iniciamos un descenso en el camino. Ocurre entonces que la memoria genética nos traiciona y se activa al llegar a esa edad donde ya no somos los mismos de antes, en la que nos comienza a visitar y se nos presenta al miramos al espejo, un cierto temor al paso del tiempo, observamos que comenzamos a sufrir el deterioro de la acumulación de décadas, y entonces ese temor se convierte en un miedo distinto, un miedo al futuro, a la incertidumbre de no saber hasta cuando viviremos con nuestras capacidades para valernos por nosotros mismos. Ese miedo se acentúa cuando vivimos tiempos como los actuales, donde los riesgos se incrementan de una manera insospechada y nos rodea una mayor incertidumbre de cómo viviremos el resto de nuestros días.

Ciertamente la vida nos brinda la oportunidad de aprender y llegar a comprender lo frágil que ella misma es. A pesar de todo, volteando hacia atrás, nos damos cuenta que la cosecha ha sido valiosa y podemos encontrar en lo más profundo de nuestro entorno de afectos, la fortaleza necesaria para enfrentar y vencer ese miedo distinto, para que vivir el presente cada día de cada año sea la mejor manera de darle certidumbre a ese futuro que siempre estará muy difuso delante de nosotros. Solamente tenemos a mano el día de hoy, lo demás irá siendo historia, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

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