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Hace unos días, el secretario de Hacienda entregó al Congreso de la Unión el Paquete Económico 2020, el cual incluye los Criterios Generales de Política Económica, la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación, la Iniciativa que reforma diversas disposiciones fiscales –conocida como Miscelánea Fiscal– y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF).

Este es el primer Paquete Económico que elabora al 100% el actual gobierno federal. Y, como tal, representa la visión política, económica, cultural y social del presidente y su gabinete. Es decir, representa la visión del futuro que buscan para México. Más que números, el Paquete Económico es la forma de instrumentar el rumbo del país, y el rumbo de todos los que en él habitamos.

Visto desde fuera, se puede decir que el Paquete Económico deriva en un presupuesto federal equilibrado. Si bien el superávit primario es menor al proyectado el año pasado, éste se ubica en 0.7%, un número que tranquiliza a los mercados, y que emite una señal de estabilidad y responsabilidad.

Sin embargo, visto con más detalle, la estabilidad podría estar basada en un exceso de optimismo. La recaudación proyectada y las variables de crecimiento  que sustentan el entramado presupuestal, parecen ser de difícil cumplimiento, sobre todo en un entorno nacional e internacional con altas dosis de incertidumbre y con una tendencia a la desaceleración económica.

Este exceso de optimismo corre el riesgo de transformarse en un ejercicio problemático del gasto público: si no se cumplen los números, el gobierno federal tendrá que hacer dolorosos recortes, lo que conllevaría eliminar programas y cancelar obras, así como disminuir el flujo de recursos a estados y municipios, los cuales, de por sí, ya parten con una desventaja de -0.5% con respecto al año pasado.

Estos son los números del Paquete Económico vistos a corto plazo. Pero lo que más importa es el futuro. Porque lo que se invierte hoy, lo que se siembra hoy, es lo que disfrutarán o padecerán nuestros hijos mañana. Y es, justamente, esta dimensión del Paquete Económico 2020 la más importante de analizar.

Para empezar, vale la pena retomar el hilo de lo escrito en este espacio la semana pasada: la poca importancia que este gobierno le da al cambio climático, lo que se reflejó en el primer informe de gobierno y lo que ahora también se refleja en el PPEF.

Mientras la Secretaría de Energía tendría un aumento de 68.9% de presupuesto –priorizando los hidrocarburos y no la energía renovable– y PEMEX tendría un aumento de 8.8% de presupuesto, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales tendría una reducción de 1,356 millones de pesos, es decir, recibiría 4.3% menos de lo que recibió en 2019.

Resulta lamentable que mientras Ursula von der Leyen –la próxima presidenta de la Comisión Europea– ha fijado al cambio climático como la prioridad de la Unión Europea, comprometiéndose a convertir a Europa en el primer continente neutral del mundo, en México, el gobierno federal busca reducir el presupuesto destinado a proteger nuestro medio ambienta y, al mismo tiempo, aumentar la inversión en lo que más contaminación genera.

Junto con el medio ambiente, los otros dos rubros que más impacto tienen en nuestro futuro educación y salud. Si bien estos dos rubros reciben en el PPEF un tratamiento similar al del año pasado, este presupuesto es para gestionar lo que ya existe, y poco más. Del gasto de inversión no hay prácticamente nada asignado a salud y educación, lo que afecta, directamente, el crecimiento del capital económico y humano de nuestro país.

Ante este diagnóstico, como legislador federal voy a luchar por un presupuesto más realista, que apueste por nuestro futuro y por el futuro de nuestros hijos; es decir, un presupuesto que priorice el medio ambiente, la salud y la educación, únicos motores capaces de transformar, de verdad, nuestra realidad.

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