Junio cerró con 2,668 víctimas de homicidio doloso, según el más reciente reporte mensual de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Se trata, sin duda, de una cifra atroz: equivale a un promedio de 89 víctimas por día. Con este número, el semestre concluyó con 15,973 víctimas, 18% más que en la primera mitad de 2017. Al ritmo actual, se acumularán más de 32 mil homicidios en el año. Y en algunos estados la situación es particularmente preocupante. En Guanajuato, por ejemplo, se registraron más asesinatos en la primera mitad de 2018 que en todo 2017. En Chihuahua, el número de víctimas casi se duplicó entre marzo y junio.

Pero, con todo el horror de esos datos (y las historias que entrañan), se perciben en el horizonte algunas señales medianamente alentadoras:

1. En junio, la tasa de crecimiento en el número de víctimas fue de 6% con respecto al mismo mes del año pasado. Se trata del primer mes con tasa de crecimiento de un solo dígito desde 2016.

2. Con respecto al semestre previo (julio-diciembre de 2017), el crecimiento fue de 5%. De mantenerse esa tendencia, el crecimiento en el número de víctimas este año va a ser dos terceras partes menor al registrado en 2017.

3. En la mitad de las entidades federativas, el número de víctimas de homicidio doloso no creció o se mantuvo estable en junio con respecto al mismo mes del año previo. De hecho, en esta ocasión, el incremento en Guanajuato explica la mayor parte del aumento en las cifras nacionales.

4. Algunas entidades que eran focos rojos hace algunos meses han experimentado mejoras notables a últimas fechas. En particular, se puede destacar el caso de Baja California Sur: el número de víctimas de homicidio disminuyó 86% en junio con respecto al mismo mes de 2017. De tener seis homicidios por semana, pasaron en la península a tener seis por mes. Veracruz es otro caso de mejoría, menos dramático pero significativo: allí la disminución fue de 40% en junio con respecto al mismo mes de 2017.

5. En algunos estados con altos niveles de violencia homicida, la curva se ha mantenido plana desde hace un año. Destaca Guerrero: el número de homicidios en junio fue casi idéntico al del mismo mes de 2017 y se ha mantenido en torno al mismo nivel (+/- 10%) desde hace un año. El Estado de México es un caso similar: se ha mantenido en torno a 200 víctimas por mes desde abril de 2017.

Aquí caben varias preguntas. La primera y más obvia es si en efecto se está estabilizando la curva o sí solo estamos ante la anomalía de uno o dos meses. No lo sé del todo: mis lectores habituales sabrán que no es la primera vez en meses recientes en que han aparecido algunas señales esperanzadoras que se desvanecieron en poco tiempo. En consecuencia, hay que tener prudencia y esperar a que se acumulen más datos.

La segunda pregunta es todavía más complicada: ¿qué podría estar frenando la escalada de violencia (si es que en efecto se está frenando)? No lo sé. En Baja California Sur, la caída puede ser resultado del operativo federal lanzado en esos lares hace algunos meses. Pero, ¿cómo explicar Veracruz? ¿O Guerrero? Ni idea.

En resumen, la situación sigue siendo muy grave, pero empiezan a observarse algunas tenues señales positivas ¿Van a seguir en el futuro? Lo ignoro, pero deberían de incluirse en los diagnósticos que realice el equipo de transición.

Nota: esta columna va a entrar en una breve pausa vacacional. Nos vemos de vuelta el lunes 30 de julio.

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