La tendencia de crecimiento de la Ciudad de México anuncia un futuro de horror. En los próximos 13 años la mancha urbana se seguirá expandiendo de tal modo que podría unir a la capital del país con la ciudad de Pachuca, en Hidalgo.

Las delegaciones del sur, dotadas todavía hoy de disponibilidad de suelo, quedarán en serio riesgo de quedar casi completamente pobladas por concreto.
No lo anuncia el autor de una novela de ciencia ficción. Extraigo estos datos de un estudio contenido en el libro Tendencias territoriales determinantes del futuro de la Ciudad de México (que acaban de editar el Consejo Económico y Social de la Ciudad de México, el Conacyt, el Centro de Investigación en Geografía y Geomática Ing. Jorge L. Tamayo, y la Secretaría de Desarrollo Económico del gobierno de la CDMX).

Según el estudio, la Ciudad de México dejará de existir como la conocemos.

Durante mucho tiempo la expansión urbana se dio hacia el norte y el oriente de la capital. De acuerdo con la investigadora Nirani Corona Romero, esto obedeció a tres factores: un relieve más plano, presencia de industrias e infraestructura en la zona, y disponibilidad de suelo para la construcción.

De 1995 a 2005, el mayor crecimiento en la zona metropolitana se reportó en municipios como Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Tecamac e Ixtapaluca. Todos ellos tuvieron crecimientos mayores a mil hectáreas. En 2015 Texcoco reportaba un crecimiento superior a las tres mil hectáreas, y Nicolás Romero, Tepotzotlán, Cuautitlán Izcalli, Atizapán de Zaragoza, Tecamac y Zumpango mostraron una expansión de más de mil 900 hectáreas.

Esa concentración generalizada provocó un cambio en la tendencia, el cual se comenzó a percibir desde el año 2005: la mancha avanzó sensiblemente hacia las delegaciones del sur.
De 2005 a 2010 ocho demarcaciones —Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Miguel Hidalgo, Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Benito Juárez, Iztacalco y Coyoacán— tuvieron incrementos menores a 29 hectáreas.

En cambio, en Tlalpan y Xochimilco se detectaron aumentos por arriba de las  mil 100 hectáreas.
El estudio confirma que la disponibilidad de suelo para el establecimiento de asentamientos humanos se ha agotado en la parte central y norte de la Ciudad, y que sólo la zona sur queda disponible.

Pero ésta también desaparecerá.

En el año de 1995, la delegación Álvaro Obregón presentaba un porcentaje de ocupación de alrededor de 60 por ciento de su territorio.

Las delegaciones Magdalena Contreras, Cuajimalpa, Xochimilco y Tláhuac no llegaban a 40 por ciento de ocupación.

En 2015, la mancha urbana había cubierto  70 por ciento de la delegación Álvaro Obregón.

Para ese año, Cuajimalpa, Xochimilco y Tláhuac registraron un crecimiento urbano de hasta 60 por ciento.

  En los próximos 13 años la mancha urbana se seguirá expandiendo de tal modo que podría unir a la capital del país con la ciudad de Pachuca, en Hidalgo.  Para el año de 2030 las delegaciones de Tláhuac y Xochimilco habrán perdido  70% de sus áreas verdes.

De acuerdo con el modelo y el pronóstico que presenta el estudio, para el año de 2030 las delegaciones de Tláhuac y Xochimilco habrán perdido  70% de sus áreas verdes: cada una habrá cedido al concreto más de mil hectáreas.

Milpa Alta perdería 863 hectáreas.

E Iztapalapa, Álvaro Obregón, Coyoacán, Miguel Hidalgo y Cuajimalpa aún podrían entregarle a la desolación 100 hectáreas cada una.

Desde 2005, Cuauhtémoc y Benito Juárez dejaron de reportar expansión. Se les podrían arrancar todavía 30 hectáreas a cada una, a costa de “algún área verde”.

Ha comenzado entre los partidos políticos la pugna por la Ciudad. Pronto nos encontraremos sumergidos nuevamente bajo una lluvia de spots y en el imperio de las encuestas.
Comenzaremos a hablar del “nivel de conocimiento” de los candidatos. Todo girará alrededor de rostros y personalidades. Ojalá los candidatos sepan que lo que se juega es el futuro: la viabilidad de la Ciudad de México.

La tendencia de crecimiento de la mancha urbana sólo apunta en una dirección: el abismo.

¿Quién propone algo para remediarlo?

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