Invitar al presidente Nicolás Maduro a la toma de protesta como presidente constitucional del Lic. López Obrador me parece un primer error. La justificación que han vertido ante tal invitación tanto el presidente electo como quien se ha mencionado será el próximo secretario de Relaciones Exteriores, el Lic. Marcelo Ebrard, me parece, conlleva un segundo error.

Primer error: Invitar a un presidente que, sin importar si es de izquierda, de derecha o de centro, de si gobierna atinadamente en beneficio de su pueblo o no, de si es bueno o malo, más allá de todo ello, invitar a un presidente que pisotea sistemáticamente los derechos humanos de sus gobernados, que no respeta los derechos políticos y democráticos de sus representados, es un error. Invitar a un presidente así es invitar a un dictador y es, en cierta medida, validar las violaciones a los derechos humanos y políticos infringidas por él para con su pueblo. En este caso invitar al presidente Maduro es validar, en parte, las barbaridades cometidas en contra del pueblo venezolano (violaciones que han sido ampliamente documentadas y demostradas). Por lo tanto, es un grave error el invitarlo a la toma de protesta del 1 de diciembre.

Segundo error: la justificación de la invitación. La invitación generó toda una serie de críticas por parte de políticos, internacionalistas, intelectuales y ciudadanos. Ante ellas el presidente electo respondió que, “están en su derecho de disentir, nosotros vamos a mantener un política de amistad con todos los pueblos con todos los gobiernos del mundo”. Por su parte, el Lic. Marcelo Ebrard manifestó que, “Nosotros invitamos a todos los países del mundo y no excluimos a nadie”. Así las declaraciones. También es de señalarse que el futuro canciller Ebrard manifestó que son 15 los presidentes que han confirmado su asistencia a la toma de protesta del 1 de diciembre. Asimismo, es de mencionarse que el listado oficial de países de la ONU señala la existencia de 194 países. Países cuyos presidentes, asumo, fueron invitados si es que efectivamente no se discriminó a país alguno. Ello significa que no asistirán ni siquiera el 10% de los invitados. Este hecho ofrece, sin duda, varias lecturas, incluso algunas válidas y comprensibles para los conocedores de las relaciones internacionales, sin embargo, habrá muchos mexicanos que esto lo perciban como un desaire para con México y su presidente. Desaire que sin duda lesiona la imagen del gobierno electo ante los mexicanos. De ahí que la justificación ofrecida me parezca un segundo error (en cualquier lugar y en cualquier evento correrían al responsable de las relaciones públicas si a dicho evento solo acudiera el 10% de los invitados).

Finalmente, considerando lo anterior, me pregunto cuál es la necesidad, si es que la hubiera, de invitar a un dictador a un evento democrático.

Fuente de los Deseos. Ojalá que México imponga a las naciones del mundo, como un requisito para mantener una relación sana y fructífera con cada una de ellas, el respeto a las dignidad y los derechos humanos de sus gobernados.

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