¿Qué es la inteligencia emocional?

Es la habilidad de utilizar el hemisferio cerebral derecho. Esto amplía la capacidad de interactuar con el medio ambiente y con la sociedad, asimilar más fácilmente la información que proviene del entorno, procesarla y aprovecharla más integralmente. Es el desarrollo de la intuición a través de una comunicación más sensorial con el mundo.

Trabajar con ambos hemisferios aumenta la capacidad de los individuos en el desarrollo personal y social.

En lo individual estimula el autoconocimiento, la autoexploración y reconocimiento de las capacidades para su uso óptimo. Sucede que algunos a edad adulta se desconectan de sí mismos y no alcanzan a ver su potencial y no solamente en la escuela si no en aquello que se ha denominado “competencias para la vida”.

Reconocer las propias emociones y sus efectos puede ayudar en mucho a equilibrar la psique. Evitas muchos psicólogos si exploras y expresas tus sentimientos. Hay mayor capacidad de autorregularse y manejar la frustración, autoestima, la autoconfianza y los conflictos con otros o con uno mismo.

En los niños el autocontrol es fundamental. Niños berrinchudos tienen que ver con el mal manejo de las emociones y la confusión que se da para manipular las reacciones de los padres o del ambiente social. Lo peor es que el niño no alcanza a ver las conductas perjudiciales ni desarrolla un sentido de responsabilidad sobre sus acciones. Se hace dependiente y eso limita su crecimiento como persona.

Cuando un ser humano aprende a partir de un proceso prueba-error va adquiriendo una madurez especial de cómo manejar sus propias capacidades y cómo reaccionar ante situaciones que algún día tendrá que enfrentar solo. Cuando no se da esta situación puede haber parálisis de acción o decisión, ante hechos imprevistos o estresantes. Esto además, le da una confianza especial en sí mismo y una capacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes del mundo que, ¡mira que hoy en día es tan común enfrentarnos a los cambios rápidos e imprevistos! El pensamiento flexible ayuda a tener un mejor equilibrio personal.

¿Has visto niños motivados? Es común, pero también cada vez hay más niños depresivos o que necesitan una ayudadita externa. Cuando el niño tiene la capacidad de automotivarse es un síntoma de una inteligencia emocional sana y desarrollada.

Este tipo de inteligencia ayuda al niño a integrarse a una sociedad, a aprovechar las oportunidades del entorno y a hacer alianzas con otros niños que le pueden complementar o ayudarle en su desarrollo.

Y, las habilidades sociales no sólo le sirven para sacar partida a sus relaciones interpersonales, obteniendo beneficios del entorno, sino para aumentar su propia satisfacción al tener aprecio y amor de otros, eso aumenta su autoestima, su desarrollo y sus habilidades cognitivas, psicomotrices y afectivas.

Algunas de las habilidades sociales que se pueden desarrollar son el liderazgo, el trabajo en equipo, la comunicación y, algo muy importante en la etapa temprana del desarrollo, que es el manejo de conflictos. Si tu hijo se pelea constantemente, podríamos hablar de una falta de adaptación a su medio, lo que indicaría que está careciendo de esta facultad de identificar, procesar, manejar y expresar sus emociones.

Por otro lado, la inteligencia emocional además, también ayuda a conservar y mejorar la salud, ya que al sentirse bien el cuerpo genera una serie de químicos, como endorfinas o dopaminas que lo equilibran.

¿A partir de qué edad se puede desarrollar la inteligencia emocional?

Los niños nacen emocionales. El contacto físico les va generando su primera inteligencia. La reacción psicomotriz es físico-emocional en los primeros años, hasta que se desarrolla la capacidad cognitiva que ayuda a procesar el lenguaje. Al principio se van condicionando a partir de la reacción a las emociones y esa es la única comunicación, que por cierto, les ayuda a aprender a una velocidad mil veces mayor a la que aprendemos los adultos y, es que su percepción del ambiente es sensorial y no sólo utilizan el oído y la visión, como los adultos, siendo la mayoría educados para procesar dicha información desde un punto de vista racional. Aquí interviene la valoración: “cómo me siento con esto con lo que acabo de tener contacto”. De hecho, la parte lúdica es fundamental en el desarrollo de esta habilidad, que por cierto no debería de perderse en la edad adulta.

¿Cómo sabes que tu hijo tiene una inteligencia emocional desarrollada?

Cuando observas que tu hijo demuestra sus emociones sin ningún problema, no es cohibido, se nota seguro de sí, es sociable, sabe comunicar sus necesidades. Aprende más fácil, no tiene limitaciones para el aprendizaje. Es más sensorial, pregunta, explora.

¿Cómo se puede desarrollar esta inteligencia en los niños?

Una investigación con monos bebés demostró que, los que eran alimentados con mayor contacto físico fueron menos vulnerables y más sanos. Caricias, contacto físico, aceptación, reconocimiento, socialización familiar y no familiar, son acciones muy sencillas que ayudan al desarrollo de esta capacidad, además de tareas físicas, al aire libre, ponerlos en contacto con la naturaleza, escuchar música, cantar y dibujar también ayudan mucho.

Algo muy importante que le ayudará a tu hijo a un desarrollo integral es el contacto físico y emocional con la familia. Hoy día hay muchísimos niños que están solos, muchos padres que trabajan tiempos completos y que, cuando llegan a casa, también llegan a trabajar en sus labores domésticas. En muchos de esos casos hay poca comunicación y, me refiero a esa comunicación emocional que va más allá del “cómo estás” y que indaga en la profundidad del alma. Cuando hay contacto emocional en una conversación ésta se vuelve más satisfactoria y dura más tiempo en la memoria vital del autoaprendizaje. Evita sustituir la falta de tiempo por recompensas, compras o beneficios materiales, esto puede generar niños chantajistas con poco contacto interno.

Ya lo sabes, esto es cuestión de felicidad y autorrealización, mantente en contacto físico y emocional con tu hijo para que pueda, no solamente crecer sano, sino que además tenga mayores posibilidades de ser feliz.

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