A lo largo de casi cuarenta semanas he podido compartir, #DesdeCabina, mis diversas impresiones y reflexiones en este 2019 a punto de concluir; algunos lectores, que amablemente me leen en redes sociales o en versión impresa, responden con cierta regularidad a las premisas o cuestionamientos retóricos en los que luego me aventuro y con más frecuencia de la que habría esperado, coinciden conmigo en muchos de los planteamientos alrededor del trabajo que muchos de nosotros, los que queremos a México, realizamos o debemos llevar a cabo para mejorar nuestra realidad o para transformarla en definitiva.

En esas coincidencias con mis fieles lectores he pisado terrenos en los que, sin querer abusar de la hospitalidad, me he instalado en sutiles críticas al orden establecido y en la mayoría de las ocasiones al auto cuestionamiento, lugar en el que creo que se encuentra el verdadero cambio.

Así, en este 2019 iniciamos con una recién estrenada administración federal y con grandes expectativas sobre el porvenir de nuestro querido México, sobra decir que las apuestas siguen siendo muchas y muy variadas, lo interesante es que además de la clara posibilidad de ejercer nuestro derechos ciudadanos, contamos con la mayor de las libertades, la de trabajar en uno mismo para hacer que las cosas sucedan. Esa creo yo, es la más simple y más comprometedora de las libertades.

Hace algunos días leía en un texto que me interesa extrapolar en esta ocasión a lo que considero, según el título de esta última colaboración del 2019, debería ser la tónica para los años por venir, no solo el 2020. La idea en concreto considera que nuestro futuro como mexicanos deberá depender mucho de la capacidad de aprender, adaptar y ejecutar, con la  aclaración de que no pretendo, bajo ninguna circunstancia, dejar a un lado la responsabilidad que tienen los tres poderes de gobierno, en cualquiera de sus niveles, ni el compromiso que aquellos que servimos a nuestro país debemos exhibir en nuestros encargos; simplemente me interesa, en esta reflexión al cierre del año, enfatizar la importancia de enfocarnos en la persona de quien depende la ciudadanía de a pie, nosotros mismos.

Seguro que se requieren políticas públicas, estrategias, programas y acciones, sin embargo, aun cuando aparentemente las tuvimos en el pasado, muchos de los grandes retos y problemáticas nacionales siguen ahí, la falta de estado de derecho sigue siendo un cancer añejamente enquistado en la sociedad. Luego entonces, ¿dónde se encuentra el verdadero cambio?, en uno mismo, ahí cerquita, cuando esa voz se atora para decir si o gritar no, cuando la apatía se apodere sigilosamente del quehacer cotidiano es momento de sacudirse y actuar, proponer, aprender, adaptar y ejecutar desde lo propio, en lo cercano, con los nuestros. Es preferible tener una postura propositiva, conciliadora, atenta y volcarse a la acción, que encerrarse en las quejas, actitudes beligerantes y a veces catatónicas en las que fácilmente podemos engancharnos.

Hoy que millones de familias mexicanas se congregan para celebrar el nacimiento del niño Jesús, es cuando la reflexión viene más al caso, es cuando el renacimiento de uno de los grandes valores que aún conservamos los mexicanos, la familia, debe de acercarnos como ciudadanos, debe de alertarnos, para que sin importar las condiciones, aprendamos, adaptemos y ejecutemos para celebrar el 2019, abriendo el 2020 a tambor batiente.

Feliz navidad 2019 y próspero Año Nuevo 2020 lleno de salud, bendiciones y en compañía de todos los suyos. Gracias por acompañarme #DesdeCabina este año, nos leemos en breve.

Rector de la UNAQ

@Jorge_GVR

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