No creo que existan muchas personas —salvo los adictos a los deportes extremos— que les guste acercarse deliberadamente al peligro, disfrutar de una sobrecarga súbita de adrenalina que despierte los sentidos y que desconecte de la realidad cotidiana aunque sea momentáneamente. Sin embargo, una cosa es someterse por voluntad propia a experiencias extremas, a situaciones de alto riesgo personal, y otra es que en las actividades cotidianas uno se encuentre “expuesto” deliberada o circunstancialmente a los riesgos propios de una actividad económica, como lo es el transporte aéreo de carga o pasajeros.
Los expertos, y sobre todo la práctica de la industria de la aviación comercial desde que se acordaron e implementaron paulatinamente reglas y acuerdos para la aviación civil al término de la Segunda Guerra Mundial, formalizadas en Chicago, USA (El Convenio de Chicago en 1944) consideraba, entre muchas otras cosas, el aseguramiento de la navegación en el espacio aéreo tanto nacional como internacional. Sus 19 anexos detallan las recomendaciones en materia de telecomunicaciones aeronáuticas, sobre el servicio de tránsito aéreo, facilitación, gestión de la seguridad operacional, entre entre muchos otros temas técnicos.
Los diversos incidentes presentados de manera reciente en el espacio aéreo mexicano exhiben algunas muestras más de la transición generalizada que aún vive nuestro país, y evidencian que si bien existen posicionamientos y fuertes críticas respecto del trabajo realizado por la autoridad encargada de la navegación en el espacio aéreo mexicano, también es cierto que la capacidad y competencia de todos los profesionales de la industria ha sido probada durante décadas y que si hoy se habla de la reconfiguración del espacio aéreo metropolitano, es porque se pretende incrementar la cantidad de operaciones en la zona para atender la creciente demanda de transporte y conectividad de un país como el nuestro. Hacer siempre generará críticas.
Como ciudadano, siempre estaré a favor de que las cosas se hagan de la manera correcta, y en aviación a esta premisa se le añade el componente adicional de la seguridad. Las aerolíneas, los aeropuertos, y sobre todo, los usuarios esperan del uso de este medio de transporte, la certeza de que partirán y llegaran a su destino con seguridad, ya no digamos con puntualidad y a costos competitivos -eso da para un texto posterior-. El que existan incidentes que pongan en riesgo la operación de vuelos, el uso de instalaciones aeroportuarias, y el tránsito entre ellas no es más que un reflejo de la propia adaptación o “acomodo” que aquellos responsables de brindar los servicios y generar las condiciones viven a lo largo de un trayecto profesional.
Los que vivimos y disfrutamos esta apasionante industria del transporte aéreo, reconocemos sus retos técnicos y los esfuerzos de gestión que desarrollan los profesionales que en ella se desempeñan para consolidar la aviación mexicana dentro y fuera del país. Todos, me atrevo a decirlo con cierto nivel de certeza, esperamos que México se re posicione como otro gigante de Norteamérica en esta industria, con aviación comercial y general tanto de pasajeros como de carga, en franco trayecto de re recuperación, pero sobre todo, deseamos vivir la certeza de que la seguridad seguirá siendo la bandera de ese cielo que todos esperamos surcar.
@Jorge_GVR