El viernes pasado, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, dio a conocer por medio de twitter lo que sería la tercera noticia más importante en materia de seguridad en el sexenio: “Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido.”

Anteriormente las otras dos noticias más importantes fueron la primera captura de El Chapo y su posterior fuga el año pasado. Pero cómo y quién debía dar la noticia fue una decisión pensada y resuelta correctamente. El anuncio y con ello el mérito debía corresponder al mismo Enrique Peña Nieto, a quien más había desgastado la fuga del narcotraficante.

La noticia corrió como pólvora, multiplicada por las redes sociales. La reacción en primera instancia fue muy positiva y la Presidencia convocó a la prensa esa misma tarde para que el mandatario diera un mensaje acompañado de sus principales colaboradores en materia de seguridad. El mensaje era necesario, sin embargo, una vez más los cómos fueron determinantes para lo que se convertiría una vez más en una lluvia de críticas contra el presidente y su administración.

Si bien las redes sociales no son el foro más objetivo, encontrando en ellas a veces más una carga de filias y fobias personales que un análisis objetivo, eso no quiere decir que no puedan ser un termómetro de opinión. El particular el triunfalismo con el que se planteó el mensaje generó molestia, así como la incapacidad del equipo presidencial de presentar en vez de eso una línea discursiva consistente en un reconocimiento del error por la fuga y por supuesto posicionar la capacidad de reacción del gobierno federal para recapturar al Chapo. Incluso al final del mensaje se dio algo que rara vez visto, el Presidente de la República abrazando a cada uno de los acompañantes en la línea de honor, en un ambiente festivo que por supuesto evidenciaba la felicidad del primer mandatario, a la cual tiene todo el derecho, pero que debió habérsele sugerido que se diera en privado.

La acción de gobierno que sin duda, a pesar de que fue al mismo a quien se les escapó El Chapo, es para llevarse el mérito político, pero mandó el mensaje equivocado, que esta importante acción de gobierno no admite con humildad el error, sin dejar de dejar en manos de la sociedad el reconocimiento del acierto. Bastaría revisar cómo se han dado a conocer temas en otros países incluso de mayor impacto como fue el mensaje de Barak Obama ante la muerte de Bin Laden, donde el festejo, el reconocimiento o las críticas las dejaron para la opinión pública. La comunicación sigue siendo el talón de Aquiles de la Presidencia, aún hay tiempo, es cuestión de reconocimiento.

Abogado con maestría en Políticas Públicas. @maximilianogp

Google News