Era el carnaval de sangre del Comandante Fierro. El 21 de mayo, en la colonia Las Joyas de la ciudad de Colima, un transeúnte reportó el hallazgo de tres bolsas de basura de tamaño Jumbo.

Adentro estaban los restos de un hombre descuartizado, al que le habían arrancado la piel de la cara. A su lado había una cartulina que contenía un mensaje. Firmaba el Cártel del Pacífico, CDP.

Desde enero de 2017 todo aquello se había acelerado. El 26 de ese mes, a las siete de la mañana, un peatón encontró los cuerpos desmembrados de tres personas, dentro de bolsas de plástico abandonadas en Las Joyas. Pertenecían a dos hombres y una mujer.

Entre mayo y agosto de 2017 la espiral de sangre se disparó.

El 22 de mayo fue ejecutado un comandante de la policía presuntamente vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación. El 24 de mayo, en la colonia 16 de Septiembre, otro transeúnte halló nuevos restos humanos: “Se desconoce la cantidad y el tipo de extremidades, así como la identidad de los occisos”, señaló la prensa. A unos centímetros había una cartulina firmada por El Comandante Fierro.

Al otro día apareció otro cadáver en la colonia Libertad. Estaba descuartizado y tenía el rostro desollado. El día 29, en Tecomán, el cuerpo de otro hombre desmembrado fue abandonado al lado de una cartulina firmada por el CDP.

El 4 de junio. El 7 de junio. El 13 de junio. El 16 de junio. El 17 de junio. El 21 de junio. El 22 de junio. Todos esos días, en las colonias El Rocío, Valle de las Garzas, Las Joyas, Cerro de Ortega, Centro, y también en el Malecón, fueron localizadas bolsas de plástico con cabezas humanas, rostros desollados y cuerpos despedazados.

En todos los casos había mensajes del Cártel del Pacífico.

El carnaval del terror del Comandante Fierro recomenzó el 6 de julio.

Ese día, en Tecomán, alguien halló otra bolsa de plástico, esta vez abandonada en la caja de una camioneta. Adentro estaba otro cuerpo desmembrado y el consabido mensaje del cártel. El 7 de julio fueron hallados más restos humanos, dentro de bolsas de plástico, a las puertas de la Termoeléctrica de Campos.

Colima había cerrado 2016 con la tasa de homicidios dolosos más alta del país: 81.55 por cada cien mil habitantes, lo que superaba por mucho las tasas de Guerrero (61.67 por cien mil) y Sinaloa (38.57). Aquello superó todo lo imaginable. Difícilmente se ha visto en México algo semejante.

Julio fue también un mes de horror. El 12, en Las Joyas y Libertad, se encontraron restos decapitados y desollados. El 14 y 15 de julio, el Comandante Fierro dejó su marca en el Fraccionamiento El Dorado y la colonia Las Perlas II: más bolsas de plástico con contenidos inenarrables.

El 20 de julio, en Las Joyas, el patrón se repitió: dos bolsas con restos fueron halladas al amanecer en el Bulevar Miguel de la Madrid. Estaba de nuevo presente el sello de la casa: “una cabeza cercenada, sin cara”.

El 27, en la zona conocida como El Túnel, un vecino reportó el hallazgo de cuatro bolsas.

Transcurrió un mes entero y los restos siguieron apareciendo. El 27 y el 31 de agosto una llamada anónima avisó de bolsas encontradas en la localidad de Salahua y el centro de Manzanillo. Nuevamente, “los restos de los infortunados” llevaban el sello del Comandante Fierro.

Desde principios de 2015, a través de narcomensajes e información difundida en blogs, trascendió que uno de los líderes del Cártel del Pacífico, Ismael El Mayo Zambada, había enviado a Colima a un sujeto apodado El R-18.

Su misión era apoderarse de Manzanillo, una de las grandes puertas de entrada a México de estupefacientes y precursores químicos, y abrir para el grupo de Sinaloa una ruta que le permitiera apoderarse de nuevo del estado de Jalisco —que desde la muerte del capo Ignacio Coronel había quedado en poder del líder del CJNG, Nemesio Oseguera, El Mencho.

“Sinaloa ya está en Colima”, advirtió El R-18. Según sus comunicados, un grupo llamado La Barredora había llegado al estado para “detener el cobro de piso a los comerciantes, exterminar a los extorsionadores, violadores y secuestradores”, y sobre todo, para eliminar al CJNG.

El R-18 fue localizado y detenido por las autoridades el 4 de agosto de 2015. La violencia no cesó: al año siguiente se registró en Colima un asesinato cada once horas.

Desde la prisión, El R-18 seguía ordenando muertes y ejecuciones. El encargado de realizarlas era uno de los integrantes de su círculo de seguridad: un ex empleado de Walmart que se había iniciado como un simple vendedor de drogas, y acabó matando, decapitando y desollando a decenas de personas, de acuerdo con las autoridades.

Firmaba los crímenes como El Comandante Fierro. Uno de los personajes más siniestros de la galería siniestra del narcotráfico mexicano.

Su historia, en la próxima entrega.

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