¡Muy feliz día estimados lectores! El día de hoy daremos continuación al tema de las emociones que comenzamos la semana pasada, donde hablamos del trabajo de este especialista en el tema, Paul Ekman, quien trabajó en conjunto con Pixar para realizar la película Intensamente, además de participar activamente en la realización de la serie: Lie to me (miénteme).

El Dalai Lama le pidió a Paul Ekman que diseñara un mapa emocional al cual nombraron “El Atlas de las emociones”, con la finalidad de ayudar a las personas en el mundo a tener una mayor conciencia de qué son las emociones y cómo se viven. Si les funciona o no hacerlo de esta manera, y cómo gestionarlas  asertivamente antes de hacer o decir cosas de las cuáles nos podamos arrepentir.

Pero, comencemos por el principio, ¿qué son las emociones?

Las emociones son bio-descargas energéticas que surgen en menos de 1/25 de segundo y que duran tan sólo unos minutos. Lo que hace que sigamos sintiendo la misma emoción a lo largo del tiempo, son nuestros pensamientos.

“La emoción es un proceso, un tipo particular de evaluación automática muy rápida, influenciada por nuestro pasado evolutivo y personal, en la que tenemos la sensación de que algo importante está ocurriendo para nuestro bienestar y empiezan a hacer frente a la situación un conjunto de cambios fisiológicos y comportamentales. En particular, las emociones coordinan, de manera eficiente,  diversos sistemas de respuesta, lo que ayuda a enfrentar importantes desafíos y oportunidades”.

¿Qué quiere decir esto? Que una cosa es lo que sentimos y otra es la interpretación que hacemos de ello. De tal manera que cada persona ante una misma situación va a experimentar diferentes emociones, dependiendo de los programas mentales que tengan.

Las emociones han sido básicas para nuestra supervivencia, ya que gracias a ellas hemos podido responder a las amenazas inmediatas (las respuestas de lucha-huida), así como también, nos ayudaron a formar la cohesión social de las comunidades tribales a través del disfrute compartido. Es importante destacar que para nuestra supervivencia temprana, nuestro sistema emocional incluye nuestra respuesta rápida interna, así como señales no verbales a través de nuestras expresiones faciales y corporales.

Aunque las emociones son fundamentales para nuestra vida, ya que son las que le dan color a nuestra existencia, ya sea proporcionando alegría, alerta ante amenazas, fuerza para el cambio, advertencia contra lo que es tóxico o buscar  ayuda, no elegimos qué sentir o cuando sentirlo, lo que sí podemos hacer es estar más atentos a nuestras sensaciones y corporalidad, así como la adecuada gestión de las mismas.

Las emociones se producen automáticamente, muchas veces sin capacidad de  elección,  sin un pensamiento consciente. No siempre nos damos cuenta de que estamos a merced de la misma hasta que alguien nos lo señala, o hasta que el episodio emocional ha terminado. Tener elección sobre cuándo y cómo experimentarla, requiere la introducción de un elemento ajeno a la aparición de una emoción: la conciencia.

Se deben desarrollar las habilidades (inteligencia emocional) para hacer posible esa conciencia, si habremos de ejercer una elección sobre cuándo experimentamos una emoción y la forma de gestionarla. “El Atlas de las emociones” fue creado para ilustrarnos al respecto.

El primer paso para administrar las emociones es aprender a identificar y describir lo que se está sintiendo.

Este Atlas es una herramienta visual para construir un vocabulario emocional. Su objetivo es aumentar la elección en lo que sentimos y cómo respondemos. Se basa en un consenso entre diversos científicos, determinado por una encuesta (en la elección de los cinco continentes de la emoción y la relación de cada una de ellas con los estados de ánimo, la personalidad y la psicopatología), así como el nombramiento de los estados  dentro de las emociones, las definiciones de los diccionarios, la teoría y las mejores conjeturas sobre las acciones para cada estado y si son constructivas, destructivas o ambiguas.

Los científicos encuestados en el estudio coincidieron en que estas cinco emociones son las más universalmente sentidas:
Enojo: 91%
Miedo: 90%
Disgusto: 86%
Tristeza: 80%
Alegría (disfrute): 76%

1. Sentimos enojo cuando tenemos la sensación de que algo nos bloquea o somos tratados injustamente.

2. Sentimos miedo para anticiparnos ante un peligro.

3. Sentimos disgusto cuando algo es tóxico, para evitar ser envenenado física o socialmente.

4. La tristeza es la responsable de las pérdidas y nos indica que necesitamos un tiempo para procesar y recibir ayuda.

5. Sentimos alegría, cuando tenemos muchos sentimientos buenos que surgen tanto de experiencias nuevas como familiares.

Si quieres adentrarte en el “Atlas de las emociones”, lo puedes encontrar muy fácilmente en Internet.

Google News