La última sesión del pleno del Congreso de Querétaro merece un comentario crítico porque fue ejemplo de cómo actúa un Poder Legislativo que no termina por entender cabalmente cómo ejercer sus funciones, desestima su propia importancia e ignora de qué manera conducirse en un contexto democrático.

Evidentemente, lo que marcó la sesión del 13 de diciembre fue la aprobación fast track de la minuta de reforma energética sin estar prevista originalmente en el orden del día, no obstante, también se adicionó de último momento a los puntos de la sesión la designación de magistrados del Tribunal Superior de Justicia, lo que sigue demostrando las deficiencias de los nombramientos de altos funcionarios por parte del Poder Legislativo en términos de procedimiento, falta de transparencia y apertura y de discrecionalidad en la decisión.

Posteriormente, el pleno aprobó once dictámenes en materia presupuestaria, reformas constitucionales sobre fiscalización y modificaciones a la ley orgánica del Poder Legislativo (cuyo dictamen no venía publicado en la gaceta legislativa el día de la sesión) en solo 47 minutos teniendo como sello distintivo la unanimidad sin deliberación.

Asimismo, la aprobación del paquete económico para el próximo ejercicio fiscal pasó desapercibida, sin oradores ni debate y también a velocidad sorprendente. Así, el pleno votó a favor por unanimidad la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de Querétaro en menos de 10 minutos. Llama la atención el peso ínfimo que tiene la Legislatura local en el proceso de discusión presupuestal (incluso en términos mediáticos) y, por tanto, lo fácil que resulta para el Poder Ejecutivo definir el gasto cada año en Querétaro a falta de un contrapeso real.

En cuanto a la reforma energética en Querétaro, ésta fue objeto de un burdo procedimiento legislativo que duró unas cuantas horas. La reforma estructural más importante de las últimas décadas en México fue abordada de manera trivial, efímera, opaca, excluyente y sin revisión adecuada en comisiones (Puntos Constitucionales y redacción y estilo) y pleno.

Así, nuestro Poder Legislativo demostró lo pequeño e insignificante que es ante un tema de tal magnitud y trascendencia; nuestra Legislatura se exhibió subordinada, alineada y disciplinada respecto a los intereses de sus partidos políticos a nivel central, sin independencia, renuente a reconocer y hacer valer su autonomía, carente de capacidad analítica y, literalmente, huyendo por un ventanal con ayuda de la policía para no encarar reclamos de quienes se manifestaban en contra de la reforma.

La LVII Legislatura pudo haber dado el ejemplo a los diputados federales por Querétaro de cómo legislar con prudencia y profesionalismo ante un asunto que lo ameritaba, sin embargo, parecía que su única preocupación era convertirse en el primer congreso estatal que aprobaba la reforma, cosa que ni siquiera lograron.

En suma, la sesión del 13 de diciembre es una de las demostraciones más lamentables y contundentes de que los diputados queretanos en su funcionamiento colegiado no explican, no justifican, no argumentan ni deliberan entre ellos pero tampoco con la sociedad civil.

Parece que tenemos por momentos una especie de “antilegislativo”: un órgano deliberativo que no delibera, un órgano que se impone ante los ciudadanos pero es sumiso ante otros órganos y/o poderes, un órgano de representantes que se aísla y hasta protege de la sociedad a la que supuestamente represente y un órgano políticamente plural (en teoría) pero que se obsesiona constantemente con la unanimidad.

Politólogo

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