Llevo militando en el PAN desde mayo de 1986, por ejemplo familiar, en virtud de que uno de mis tíos era militante y mi padre, elección tras elección, participaba como su representante el día de la jornada electoral. Pero también porque el partido tiene como centro el respeto a la dignidad de la persona humana comenzando desde el momento de la concepción y hasta la muerte natural.

No es de extrañar el posicionamiento que el PAN ha tomado en torno a la pretensión de legisladores del partido Morena para reformar la Constitución y elevar a rango constitucional lo que ellos denominan derechos de avanzada, entre los cuales se encuentra la despenalización del aborto. Para que no ocurra, más de las dos terceras partes de las legislaturas estatales deben sostener en contrario el respeto a la vida desde el momento de la concepción.

En la declaración de principios vigentes del PAN se aprecia esa referencia, cuando se establece que “Los derechos humanos alientan la vida de una auténtica democracia. Son expresión concreta de la dignidad humana. Sin respeto cabal a los derechos humanos, no hay democracia. De su pleno reconocimiento y protección jurídica depende la existencia de un Estado democrático de derecho”. (Proyección de principios de doctrina 2002).

El primer derecho humano, fundamento de todos los demás derechos, es el de la vida. Acción Nacional, a lo largo de su historia, no ha dudado en defender ese derecho. Así lo establecen nuestros principios: “El derecho a la vida es inviolable. Por ser fundamento de todos los demás derechos, debe ser respetado, garantizado y protegido por el Estado, de acuerdo con las normas, principios y valores del derecho. Nadie es dueño ni de la vida, ni de la muerte”. (Proyección de principios de doctrina 2002).

Tan es así que fue precisamente en el año 2005, que la pena de muerte que aún establecía nuestra Constitución, reservada para los parricidas, traidores a la patria y salteadores de caminos, fue abrogada del texto constitucional, máxime que no podíamos ser “candil de la calle y obscuridad de la casa”, cuando en el ámbito internacional acudíamos a defender la vida de nuestros connacionales.

En el artículo 1 de nuestra Constitución se establece que “queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas”. Ya que la persona es desde el momento mismo de ser concebida, porque es persona y no cosa u otro ser viviente.

Esto aunado a que la legislación civil dota de derechos a esa persona de derechos de familia desde el momento mismo de la concepción e incluso en relación con sus progenitores, que siempre son un hombre y una mujer, al aportar cada uno de ellos su elemento connatural para dar vida, e incluso nuestra legislación establece los derechos que se tienen para aquellos que son concebidos con método artificial.

Es un tema muy sentido también para la sociedad, que está harta de que a diario se le dé paso a la muerte que se tiene entre vivos por disputas de plazas por el crimen organizado y ahora dar paso a rango constitucional lo que es condenar a pena de muerte a un ser vivo concebido y no nacido, que no por eso deja ser de persona, como tampoco en su trayecto de vida hasta el momento mismo de la muerte natural.

En fin, estas posiciones contraídas sobre la vida del concebido y no nacido se dan precisamente entre aquellos a los que nuestros padres y la sociedad nos ha dado oportunidad de estar con vida. Yo me reitero a favor de la ideología de la vida desde el momento mismo de la concepción y hasta la muerte natural.

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