Thomas Jefferson expresó: “Un abogado sin libros sería como un trabajador sin herramientas.” y la frase la mencionó con mis primeros 66 años de vida; 47 de litigar en materia laboral y 40 de impartir cátedras y conferencias en un gran porcentaje de países del orbe e institutos, universidades públicas y privadas. Por supuesto, como todo en la vida, se conocen altas y bajas; experiencias enriquecedoras, otras no tanto así como triunfos y fracasos, por fortuna en mayor grado los primeros. 

Según un viejo amigo, que no amigo viejo que labora en la Suprema Corte de  Justicia de la Nación existen en México 1,715 escuelas de Derecho, de las cuales 1,580 pertenecen a la iniciativa privada y 135 públicas. ¿Cuántas de ellas son las llamadas “patitos”? Otro dato: A partir de 1991 la tendencia es de 3 escuelas nuevas por semana. Ahora bien, como se dice en el gremio: “Suponiendo sin conceder” que cada año por lo menos egresen cada año 10 Abogados de cada institución, resulta que, números más o cifras menores, en toda la República Mexicana tenemos casi 16 mil Abogados  cada año y las primeras preguntas son: ¿A dónde van a encontrar trabajo? ¿Abrirán miles de despachos?; ¿Los absorberán los ya existentes? ¿El gobierno en sus tres niveles? Y si pasamos a los terrenos queretanos los datos, toda proporción guardada, resultan por demás preocupantes, leerá usted la base de mi información: Tenemos más de 12 universidades o escuelas de Derecho y si utilizamos un ejemplo similar e ingresan 10 abogados por años; ¿En dónde van a encontrar trabajo 120 colegas, que se reciben al año? (reconozco que soy en extremo mesurado en las cifras), sin dejar de mencionar que todo título profesional no es garantía de honestidad y conocimientos. 

Ahora bien, durante toda la carrera por supuesto se ven casi todas las especialidades de las mismas y lo estudiantes van inclinándose por la de su preferencia, sin dejar de lado la influencia determinante del catedrático, para que algunos alumnos lleguen a amar y respetar determinada especialidad. En México y en gran parte del mundo, los Abogados Laboralistas no somos mayoría, ya que nos superan y por mucho, los colegas que se dedican al Derecho Corporativo, Fiscal, Patentes y Marcas, Migratorio y los clásicos Civil, Penal y Mercantil. Los Laboralistas de manera general, nos inclinamos a ser asesores de empresas y patrones o bien de sindicatos y trabajadores, sin que exista un obstáculo jurídico o social, que nos impida llegar a defender, en casos especiales, a cualquiera de las dos partes, pues nuestro título profesional es de Lic. en Derecho lisa y llanamente. En foros nacionales e internacionales, hemos propuesto la colegiación obligatoria de los Abogados y los argumentos en pro o en contra son tan amplios y variados, como añejo el tema; sin embargo hoy en día, ya está cercana una reforma a la Ley de Profesiones, para que la colegiación de los Abogados sea obligatoria, previo examen de conocimientos y con trayectoria ética, moral y honesta impecables. Ignoro cuántos colegios o asociaciones de Abogados existan en Querétaro y cuántos sean “patitos”,  pero la unidad es tendencia mundial, es decir; desaparecer los colegios “patitos” constituidos para salir en la foto y jamás organizarse de manera profesional, seria y capacitación constante. De momento, el espacio se termina y para concatenar litigio con cátedra por ejemplo, cuando en tu Despacho das oportunidad a jóvenes (y jóvenas Vicente Fox dixit) para aprender Derecho, y ello resultan abogados “patitos” pasas experiencias aberrantes, por fortuna pocas, como,  por llamarles para efectos fiscales a casos imaginarios: “Richard: Va de fracaso en fracaso; Lauris: Odia a la vida; Ale: Influenciable, sin carácter y Gaby: Adicta a su celular y juegos contenidos en él”, y te percatas y aconsejas que le hubiera resultado ser mejores en cualquier oficio, pues como indicó Mario Benedetti: “ Acá hay tres clases de gente: La que se mata trabajando, las que deberían de trabajar y las que tendrían que matarse” (Continuará). 

Desde luego amigo lector, usted tiene una mejor opinión. 

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