El día de ayer se cumplieron dos años del triunfo democrático del presidente Andrés Manuel López Obrador. El 1 de julio de 2018 será una fecha que quedará marcada en la historia por haberse dado una revolución pacífica a través de las urnas y eso, sin duda, es algo digno de celebrar.

Junto con el Presidente, llegamos también un grupo de mujeres y hombres comprometidos con el proyecto de la Cuarta Transformación de la vida pública de México, un proyecto que desde un inicio se propuso voltear a ver a los más pobres, a aquellos que quedaron en el olvido por décadas enteras.

Para ello, era fundamental emprender dos grandes batallas: por un lado, combatir de frente a la indignante pobreza y desigualdad, y, por el otro, limpiar al servicio público de toda corrupción, ya que ésta sólo provoca que la gran riqueza de México se quede en unas cuantas manos.

Con esto en mente, se emprendió una estrategia que atendiera las causas en el largo plazo, pero que, a la vez, diera resultados en lo inmediato. Por supuesto que aún falta mucho por hacer, pero es ingenuo pensar que se pueden revertir décadas de deterioro en unos cuantos meses.

Lo que se ha hecho hasta ahora es sentar las bases de un México justo, con piso parejo para todos. Prueba de ello, son 
algunas acciones irrefutables como el histórico incremento al salario mínimo, los programas sociales a jóvenes y adultos mayores, reducir sueldos en el sector público, el combate al huachicoleo, 
no condonar impuestos a las grandes empresas y mantener finanzas estables a pesar de la crisis internacional, entre muchas otras.

Quitar privilegios ha traído, obviamente, muchos obstáculos y resistencias. Los que se creían dueños del país, hoy tratan de aferrarse a ese México y a ese Querétaro del pasado. Por ejemplo, los panistas, quienes ocasionaron gran parte de los problemas que hoy se viven, lanzan ataques y vociferan, como si ellos no tuvieran ninguna responsabilidad.

Pero, cómo escribió Benito Juárez a Maximiliano, “hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará”. Los mexicanos y los queretanos tenemos memoria. Estoy seguro que sabremos siempre quién luchó por las razones correctas.

Mientras tanto, en lo personal, estoy más convencido que nunca que el camino de la Cuarta Transformación es lo que México y Querétaro necesita. Debemos, pues, seguir luchando para que esa transformación llegue a todos los rincones del país y del estado, de tal manera que podamos tener gobiernos honestos y sociedades con igualdad de oportunidades para todos.

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