Hace unos días se encontró el cuerpo de Nicole, una niña de 7 años. Fue abandonada entre la hierba como una llanta o un colchón viejo, como se tiran las cosas que ya no sirven, porque eso era Nicole para su asesino, un objeto que se usa y se abandona.

El 8 de marzo miles de mujeres salimos a las calles a exigir un alto a la violencia. La mayoría nos sentimos afortunadas porque la violencia que hemos vivido es leve comparada con la violencia que han sufrido otras mujeres.

Yo soy de las afortunadas porque nunca he ido a la fiscalía a reportar a una desaparecida, ni he tenido que exponer mi cuerpo para que las autoridades crean que fui violada y tampoco he estado a punto de morir a golpes. Nadie me ha drogado para abusar de mí ni he tenido que exigir, una y otra vez, justicia para una amiga. Por eso nunca he rayado una pared, ni he roto un vidrio ni le he prendido fuego a nada. Porque soy de las afortunadas.

Pero, ¿cómo le explico a quien vive violencia todos los días, a quien busca en una tumba clandestina o a quien la fiscalía le avisó que archivó su expediente, que cuando proteste debe cuidar las formas? Porque la frase que más he escuchado en relación a las protestas feministas del 8 de marzo es “esas no son la formas”.

Por eso pregunto, ¿cuáles sí son las formas? ¿Entregar una petición respetuosa y por escrito? Lo hemos hecho. ¿Denunciar en fiscalía?¿Presentar amparos? Lo hemos hecho. ¿Participar en consejos ciudadanos?¿Buscar incidir políticamente?¿Participar con las autoridades en la creación de políticas públicas? También. ¿Solicitar la activación de la alerta de violencia de género? Sí, en 28 estados. ¿Quejas ante organismos internacionales? Tenemos más de 6 sentencias de la Corte Interamericana y más de 20 recomendaciones del Comité de la CEDAW que México no ha cumplido. ¿Qué más?¿Cantar, bailar, hacer obras de teatro, escribir en libros, periódicos y revistas, con cápsula informativas, con infografías en redes sociales? Todo lo hemos hecho.

Por favor, dígannos cómo porque por años hemos marchado con las bocas cubiertas, con los ojos vendados, vestidas de blanco, vestidas de putas, con pañuelos morados y verdes, con moños naranjas, con glitter, con cartulinas, con batucadas, con cacerolas. Todo hemos hecho.

¿Cómo? Díganme cómo para evitarle a la mamá de Nicole el dolor de las 3,390 madres de las mujeres asesinadas en 2020 que exigen justicia. Díganme cómo para no perder más tiempo rogando a los hombres en el poder que no nos ven, no nos oyen y se burlan de nosotras. Díganme cómo para que nadie piense, como el Presidente de México, que las mujeres somos incapaces de decidir por nosotras mismas y que por eso todo mundo nos manipula. Díganme, para que yo no pinte una barda ni rompa un vidrio si un día algo pasa a mi hija, porque hoy pienso que quemaría todo. Por eso díganme, para no llegar a esos extremos.

Díganme, porque se me acabaron las ideas y no puedo más que pensar en la mamá de Nicole, una mujer rota para siempre.

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