Ante la necesidad de crear mayor conciencia de la situación de las víctimas de la trata de personas en el mundo y de promover y proteger sus derechos, la Organización de las Naciones Unidas designó mediante resolución aprobada por su Asamblea General del 18 de diciembre de 2013, el 30 de julio de cada año como el Día Mundial Contra la Trata de Personas.

La celebración es en sí, una condena enérgica contra este grave problema que afecta un estimado de 25 millones de personas en el mundo, especialmente a mujeres y niños (79% del total de víctimas detectadas de trata a nivel mundial, de los cuales 49% son mujeres y 23% niñas, de acuerdo con el Global Report on Traffiking in Persons 2018, UNODC) constituyéndose en un delito y en una grave amenaza para la dignidad y la integridad física de las personas, los derechos humanos y el desarrollo.

La comunidad internacional a la que pertenece nuestro país, tiene la obligación de actuar adecuada y coordinadamente para prevenir e investigar la trata de personas y castigar a los responsables, rescatar a las víctimas y tomar medidas para protegerlas. Entendiendo que existen redes delictivas que distinguen el papel de cada nación en el ilícito, como lugares de origen, tránsito y destino, por lo que debemos encontrarnos atentos a la demanda que fomenta todo tipo de trata y a los bienes y servicios que se producen como consecuencia de esta.

Enfrentando al mismo tiempo y de manera categórica los factores sociales, económicos, culturales, políticos y cualquier otro que convierten a las personas en vulnerables a la trata, como la pobreza, el desempleo, la desigualdad, las emergencias humanitarias, la violencia sexual, la discriminación por motivos de género, la exclusión y marginación sociales, así como esa insostenible actitud de tolerancia respecto de la violencia contra las mujeres, los jóvenes y los niños.

El hecho de que durante décadas millones de mexicanos hayan sido excluidos del desarrollo, ha generado profundas secuelas que se manifiestan en el auge de este tipo de fenómenos delictivos que de acuerdo con el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, afecta a 500 mil personas en nuestro país, y que por cierto posee variantes terribles que nos deben mantener alertas, como la explotación laboral y la explotación comercial de los niños, incluso por turistas; la trata con fines de extracción de órganos; o su vinculación con otros delitos como la pornografía o prostitución. Al final se trata de una lucrativa actividad donde los delincuentes explotan a las personas para obtener beneficios del orden de 32 mil millones de dólares anuales de acuerdo con las Naciones Unidas (ONU).

Del mismo modo, la persistente corrupción de nuestras autoridades junto con las particularidades del delito en las víctimas que limitan la denuncia, así como el inédito clima que registramos de inseguridad y violencia, inhibió su persecución y por tanto la presencia de sanciones, registrándose niveles de impunidad de los traficantes superiores al 90% de la trata de personas denunciada y orillándonos a reflexionar sobre el verdadero tamaño de este ilícito, donde la ONU refiere también a que por cada víctima identificada existen al menos 20 más sin identificar.

Debemos señalar finalmente la intrínseca relación que tiene la trata con los feminicidios en México y con la violencia de género que derivan en delitos de violencia sexual especialmente hacia las mujeres, muchas de ellas, desaparecidas.

Situación de la que no se encuentra 
aislado Querétaro, por lo que debemos redoblar los esfuerzos en la materia, pues apenas en el año 2018 la ONU identificó a nuestra entidad como uno de los 15 estados de la República con mayor incidencia en el delito de trata de personas, prevaleciendo como un sitio de origen y destino y/o explotación.

Como Senador de la República, haré lo que me corresponda para combatir este flagelo, procurando fortalecer nuestro marco normativo y coadyuvar con las acciones de las autoridades de todos lo niveles para inhibir la comisión de este ilícito, que amenaza de manera latente a nuestras familias y a nuestra sociedad.

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