El 8 de marzo es una de las fechas más importantes de las efemérides feministas. Ese día, millones de mujeres en el mundo unen sus voces para exigir el reconocimiento de su derecho a la igualdad y demandar vivir, transitar, trabajar y estudiar en espacios libres de violencia.

El lugar de las mujeres en la historia solo se ha reivindicado desde la mirada de las propias mujeres. Los logros alcanzados, los descubrimientos científicos, la creación artística y la participación política de las mujeres por años se han mantenido en la oscuridad más absoluta. Conocer las experiencias de las mujeres, respirar sus sabidurías y conocimientos, comprender sus experiencias, nos enriquecen a todos y todas, hombres y mujeres por igual.

La historia de las mujeres es la historia de una humanidad borrada, la historia de las que no existen, de las que no se ven y de las que no se oyen. La forma de contrarrestar la miopía que impide a las autoridades, a los empresarios y a la sociedad ver a las mujeres en todo su potencial requiere, de utilizar lo que las feministas denominan las "gafas violetas" para ver las desigualdades cotidianas que el androcentrismo, el patriarcado y el sexismo imponen en nuestra sociedad, realidades que parecen naturales pero que resultan sumamente injustas.

Las "gafas violetas" son indispensables para comprender las inequidades que atribuyen al hombre blanco occidental la representación de toda la humanidad. Las "gafas violetas" nos permiten ver la representación distorsionada de las mujeres en periódicos, radio y televisión, donde aparecemos como objetos, como víctimas o como meras observadoras.

Esos lentes morados nos dejan ver la débil representación política de las mujeres, quienes, a pesar de la paridad, no forman parte de los cuerpos de toma de decisión. Ahí está la junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados como ejemplo.

La marcha de 8 de marzo da a las mujeres de México y del mundo la oportunidad de alzar la voz de manera colectiva.

Nos permite arroparnos entre nosotras, acogernos y cerrar filas en torno a causas comunes: el fin de los feminicidios, la corresponsabilidad familiar, las dobles y triples jornadas, la inequidad salarial, la falta de espacios para el cuidado de nuestros hijos e hijas.

La marcha permite exhibir y nombrar las injusticias, pero también nos llena de la alegría de caminar juntas, de la energía de las jóvenes, de la sabiduría de las que llevan años de una lucha incansable. La marcha nos da la oportunidad de recordar a los 9 millones de mujeres quemadas en la hoguera como brujas; la marcha nos da la oportunidad de abrazarnos y llorar por las ausentes.

El 8 de marzo, nuevamente, miles de mujeres tomaremos las calles de las ciudades y pueblos del país, compartiremos nuestros cantos y guardaremos silencio por las muertas. Seremos una en nuestras consignas y nos veremos y reconoceremos entre nosotras como mujeres que añoran ser totalmente libres.

Titular de Aliadas Incidencia Estratégica e integrante de la Red Nacional de Alertistas. Twitter: @mcruzocampo Fb: maricruz.ocampo

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