“El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”. Gilbert Keith Chesterton (1874-1936).  Escritor británico.

¡Cómo corre el tiempo de veloz! Agradezco que en su fulminante paso hayamos sido afortunados de haberlo aprovechado y así ir logrando uno a uno nuestros objetivos. No obstante nos reponemos sabiendo que de nuestra parte como íntima amiga aliada tenemos a la eternidad, así que no habrá que desmotivarse ante la colosal celeridad del tiempo, por el contrario motivarnos pues ya estamos inmersos precisamente en esa citada eternidad.

Como tenemos bien sabido, miles de personas celebran este domingo 3 de marzo  el  Día de la Familia, festejado desde el 2005 por decreto presidencial. Esta celebración se estableció con el fin  de crear conciencia sobre la importancia del núcleo familiar.

Me parece puntual, a manera de encuadre, mencionarles que de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), una  familia  es un elemento que aglutina a las sociedades y las relaciones entre las generaciones, por lo tanto, este día se utiliza para celebrar los vínculos que existen entre los miembros de una familia.

Siendo una institución que da la pauta para el óptimo desarrollo e interacción de sus miembros, he tenido a bien esparcir  reflexiones de índole filosófico-prácticas que nos brindan luces en cuanto al papel trascendente que la familia conlleva, por ejemplo en el binomio con la escuela.

Veamos, la familia es una institución que educa el carácter, transmite valores, constituye la primera experiencia de sociabilidad y convivencia así como de relaciones humanas, y esto transcurre en un ambiente informal, natural y espontáneo.

La escuela es una institución cultural que instruye, brinda educación intelectual y es transmisora de la cultura, es la segunda experiencia de sociabilidad, implica relaciones tanto grupales como individuales, lo cual se desarrolla en un ambiente formal con reglamentos y técnicas didácticas.

De la familia depende que la sociedad pueda definirse como unión moral y estable de una pluralidad de personas, que con sus actos cooperan al bien común. De la escuela depende la mejora social a partir de las familias, en cuanto les ayuda a abrirse a comunidades más amplias.

En este aspecto, la familia necesita ayudas para cumplir lo mejor posible con su finalidad, que es lograr que la persona alcance su plenitud humana.

Ahí es donde quiero abordar la complicidad que debiera existir entre familia y escuela, entendiéndose complicidad en el sentido más positivo de la palabra. La escuela y la familia convergen en un mismo fin que es la educación, ya que el docente es un profesional capacitado para ayudar a los padres de familia a entender el proceso cognoscitivo de sus hijos. Ahora bien, los maestros no lo saben todo y es preciso reconocer esos límites.

No obstante, muchas veces los padres destruyen lo que hace el maestro. Hay papás que no se dejan ayudar, otros que piensan no necesitar de esa ayuda y otros que no desean ser ayudados o a quienes, en un caso extremo, los embraga la apatía.

Es necesario conocer las dificultades y hacer lo posible por superarlas, porque si el maestro no tiene contacto con los padres se puede desperdiciar gran parte de su labor. El alumno agradecerá siempre la atención personal y colectiva que se le presta. Por ende, al maestro también le satisface el haber cumplido con la sociedad.

De esta reflexión quiero comentar que la vida es progreso y vivir es perfeccionarse en armonía, diálogo, acuerdos, objetivos con espíritu de triunfo.

Me atrevo a mencionar respetuosamente, que pese a cualquier sistema educativo,  los estudiantes, en este caso sus hijos, saldrán airosos siempre y cuando la familia, ante todo los padres se involucren respetuosamente en sus actividades escolares, mantengan una comunicación constante  con los profesores y eduquen a sus hijos en el respeto y el amor por el estudio.

Es así, como me atrevo a asegurar que México contará con mejores ciudadanos, más seguros, respetuosos, decididos, estudiosos y con un criterio que los llevará a tomar en un futuro  las mejores decisiones.

Así vemos que la familia fue, es y será el motor que genere sociedades de éxito. ¿Usted qué opina? Espero que esta celebración además de representar un momento de sana convivencia,  nos haga profundizar en su inminente papel educador.

Por hoy me despido con mi acostumbrada frase: “¡Hasta siempre, me voy a ser feliz, haga usted lo propio!” Los espero el próximo sábado para seguirnos retroalimentando y dando ánimos en este mundo a veces un poquito convulso, pero siempre esperanzador.

*Mtra. en Admon., periodista y presidenta de Fundación Arca, A.C.

Twitter:@ochoa_a

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