En todas las familias, siempre habrá algún miembro que desde temprana edad suele mostrar ciertas características y habilidades que manifiestan mayor curiosidad e interés sobre su entorno. Por un lado, ello obliga a los padres tanto a incrementar el cuidado hacia los pequeños en sus aventuras de aprendizaje, como a que reconozcan la importancia de procurar el crecimiento de dichas habilidades, pensando en que eso ayuda a contar con mejores herramientas para hacer frente a sus propósitos cuando crezcan.

La curiosidad es siempre un arma de doble filo, por que regularmente invita a romper los límites establecidos y el hacerlo conlleva regularmente riesgos implícitos, pero es innegable que mientras más y mejor se preparen los chamacos, más probabilidades tienen de subsistir en un mundo cada día más competido y con mayores retos. Por ello, además de lo que significa la oportunidad de asistir a la escuela, aprender desde temprano en la vida, nos enseña cosas mucho más valiosas de lo que siquiera suponemos.

Esta imagen que logré capturar, me invita a pensar que, como cualquier pequeñuelo, este osezno es mucho más curioso que su hermano y está más atento a lo que ocurre a su alrededor, lo que le ayudará sin duda a incrementar sus posibilidades de supervivencia en su hábitat y en especial al ser una especie que los riesgos y el peligro les acompañan con una muy alta frecuencia.

Cuidemos responsablemente a nuestros niños, pero no les cancelemos la natural curiosidad de aprender que tienen desde pequeños, en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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