Setenta años han pasado desde la publicación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en donde a raíz del término de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, gozamos de una nueva ruta para interpretar lo que nos aqueja. Consecuentemente aparecieron asociaciones civiles, organismos no gubernamentales y movimientos como el de Amnistía Internacional, que procuran fomentar una cultura en derechos fundamentales. Lo más representativo para un asesoramiento y apoyo en Derechos Humanos es la existencia de un Alto Comisionado en el sistema de las Naciones Unidas; en coordinación, se cuenta con un consejo especializado y órganos creados por medio de Tratados Internacionales en el materia, que están encargados de garantizar la tutela de estos derechos.

Para la solución de controversias en el tema, existen organismos como la Corte Penal Internacional, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, La Comisión Africana de Derechos Humanos, la Corte Europea de Derechos Humanos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión respectivamente.

Sin duda, el reconocimiento de este nuevo marco jurídico rompe paradigmas no sólo en este país sino en la comunidad internacional. Es inverosímil creer que con tantas formas de asesoría, difusión y protección de estos derechos, existan faltas, agravantes, ignorancia y omisión por parte de la autoridad en casos en donde debería intervenir acertadamente.

Datos alarmantes son aquellos que presentó Amnistía Internacional en su reporte 2014/2015. Por mencionar algunos; 131 países sometieron a personas a tortura y malos tratos. Alrededor de 93 países sometieron a inocentes a juicios injustos. En 78 países castigan la homosexualidad. En 28 países existe reglamentación prohibitiva del aborto, aún cuando la mujer esté en riesgo de fallecer en el parto y en casos de violación. En 62 países castigan la libertad de expresión. Por tratar de ejemplificar nuestra realidad, abrimos un paso más al conocimiento de lo que hoy vivimos, son datos fuertes y lastimosos que obligan a trabajar a quienes no están haciendo su trabajo. ¡Es triste que no se garantice lo fundamental, que es el derecho a la vida! 7000 afganos muertos en 2007 por conflictos armados. En Uganda mueren mil 500 personas cada semana, según datos de la OMS, la cifra asciende a los 500 mil. En Brasil, en 2007, en enfrentamientos con la autoridad se estima un saldo de mil 260 muertos. En cuestión de salud, en Vietnam aislan a las personas en vez de ayudarlas, hablamos de 75 mil individuos. ¿Cuantos ejemplos más se necesitan? ¿En dónde están los gobiernos extranjeros? ¿En donde está la participación de los organismos garantistas?

En México, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y su representación en los estados, emite recomendaciones para solicitar al gobierno ya sea estatal o federal, que no se viole artículo básico alguno. Las múltiples necesidades en servicios de salud, educación, la atención a la vivienda digna, la extrema pobreza y marginación no se atienden de la mejor manera. Crecemos a pasos agigantados, somos testigos del reconocimiento al matrimonio entre parejas del mismo sexo, es un avance en cuanto a la paridad, pero sin lugar a dudas, hay prioridades como temas de hambruna y desigualdad social, reducido todo esto en pobreza. Se debe priorizar en los temas de la agenda pública para que en gobiernos siguientes, vayamos disminuyendo brechas.

Estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad Anáhuac Querétaro.

@siarellano5

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