Para todos es evidente que no existe una relación tersa entre el gobierno de la 4T y la mayoría de los medios de comunicación tradicionales. Esa relación era mucho más tersa con los gobiernos neoliberales a los que dichos medios, en general, siempre trataron muy bien, en gran medida por el llamado “chayote”, es decir, dinero dado a periodistas o a medios de comunicación con el fin de acallar críticas. Esta práctica indecente conduce a la destrucción del verdadero periodismo y se asemeja mucho a una práctica de prostitución.

A ninguno de los periodistas chayoteros les gustó ser exhibidos en 2019 con las cantidades millonarias que recibieron de los gobiernos neoliberales. Cantidades verdaderamente inauditas para el ciudadano común y corriente.

Es así como nos enteramos de que, en el sexenio de Enrique Peña Nieto, Joaquín López Dóriga recibió 251 millones de pesos, por “gastos de comunicación social y otros servicios”. Esa cantidad da un promedio de 42 millones de pesos anuales, es decir, 3.5 millones de pesos mensuales durante todo el sexenio. Algo verdaderamente envidiable.

O el caso de Enrique Krauze, que recibió, por el mismo concepto y en el mismo sexenio, ni más ni menos que 144 millones de pesos, es decir, 2 millones de pesos mensuales, durante todo el sexenio. La priista Beatriz Pagés recibió 70 millones de pesos, es decir, un millón de pesos mensuales, también durante todo el sexenio. O gente como Raymundo Riva Palacio, que recibió 31 millones de pesos, es decir, 400 mil pesos mensuales, durante todo el sexenio.

Tan sólo los primeros 13 comunicadores, de los que se dio a conocer la información, en 2019, recibieron 926 millones de pesos en dicho sexenio, 154 millones de pesos anuales, casi 13 millones de pesos mensuales. Con razón están molestos. Se les acabó su minita de oro. Pues habría que saber cuánto recibieron en los sexenios precedentes y también que otros periodistas recibieron cantidades millonarias.

Su molestia por haber perdido el “chayote” los ha llevado a algo que nunca habían hecho: ser críticos feroces del gobierno federal. Lo malo es que lo hacen por medio de mentiras, calumnias y denostaciones.

Pero no sólo quieren hacer eso, sino que, de manera inaudita, también pretenden que el presidente se quede callado, que no ejerza su derecho de réplica. Pretenden, de manera absurda y escudándose en la liberta de expresión, que sus mentiras contaminen a la ciudadanía, sin que nadie los desmienta.

Si por ellos fuera, desaparecerían la conferencia mañanera del presidente, válido instrumento que evidencia las llamadas “fake news”.

Académico de la UAQ. anbapu05@yahoo.com.mx

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