La inestabilidad que vive el peso mexicano respecto al tipo de cambio con el dólar no debe de llamar la atención, pues dicho comportamiento obedece al contexto internacional y al manejo de la política monetaria nacional. En economía no hay sorpresas, hay malas decisiones.

Veamos: en las administraciones anteriores el Banco de México había mantenido una autonomía respecto al gobierno y sus decisiones se orientaban al manejo de la inflación y al control del tipo de cambio.

La tasa de interés se había fijado en 4.5% y era superior al índice inflacionario; sin embargo a comienzo de la actual administración se decidió bajar a 4.0% la tasa de interés lo que bajo el nivel de seducción de las ganancias, se agrega a lo anterior que la inflación parece que será superior al 5%, lo que a la postre deja de ser rentable la inversión.

Es de recordar que las altas tasas de inflación producen que la demanda de bonos caiga porque la inflación produce menores tasas de interés y del retorno de la inversión, por lo que los capitales buscan mejore ambientes de multiplicación de capital, y México y otras economías emergentes dejo de serlo.

En 2012, México aparecía como una economía imán de las inversiones, tanto así que en el periodo ingresaron 57 mil millones de dólares que se ubicaron en el mercado accionario de cetes y bonos. Este capital golondrino representó 81% de la inversión extranjera directa. Lo curioso es que éste tipo de capital no reditúa al sector productivo, y crea una falsa expectativa de estabilidad económica y financiera.

Este capital caliente ante el cambio de la tasa de interés en Estados Unidos puede provocar una contingencia a corto plazo.

Mientras se mantuvo la tasa de interés en EU en 0.25 y la compra de bonos por parte de la FED de un orden de 85 mil millones de dólares mensuales la situación parecía controlada y beneficiosa para México; sin embargo el relajamiento de la política monetaria norteamericana y la idea de suspender la compra de bonos, con la subida de la tasa de interés que esto representa en EU, los capitales golondrinos empezaron a emigrar hacia éste país, y prendió los focos rojos de la economía.

Durante la última semana de mayo cerca de 3 mil millones de dólares de capital extranjero dejaron sus posiciones de inversión en bonos del gobierno mexicano, en particular los de más largo plazo (conocidos como bonos M), lo que provocó una depreciación acumulada del 7.5% del peso. Además, alzas en la tasas de interés.

Como se aprecia la entrada abrupta de capitales, como ha ocurrido en México puede desencadenar efectos no deseados sobre la economía, especialmente en el tipo de cambio; por lo que se hace necesario replantear la entrada de flujos de capital.

Si la entrada de inversiones sirve como fuentes de financiamiento para la actividad productiva resultan positivas; pero si se orientan hacia los intermediarios financieros, su salida puede ocasionar desequilibrios financieros, como los que hoy atraviesa el país.

En el escenario de la economía mundial, México está a la espera que la aceleración de la economía estadounidense la arrastre hacía mejores tasas de crecimiento, aunque el haber reducido los pronósticos óptimos a más moderados nos hablan de un crecimiento inferior a 3%, tal como lo expresan distintos analistas internacionales.

Director del Centro de Estudios Económicos Financieros de la Universidad Autónoma de Querétaro

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