No es la primera vez que escuchamos de parte del gobierno en turno que, ahora sí, va en serio la decisión de democratizar las prácticas al interior de los sindicatos. Existe un gran consenso de que la ley debe garantizar que los trabajadores puedan elegir a sus dirigentes de manera democrática, directa y secreta. Hasta la fecha, la verdad, poco se ha podido avanzar. Es sin duda una muy añeja demanda la que existe en torno a la democratización de los sindicatos, a la que, como todos sabemos, se oponen muchos de los líderes sindicales que se han perpetuado en el poder.

El otro gran tema, es el de la transparencia en la administración de los recursos ejercidos por las organizaciones sindicales, que provienen de las cuotas que cada trabajador aporta; la opacidad con que se manejan los líderes sindicales es una vergüenza. Las autoridades laborales deberían cumplir con su obligación de garantizar a los trabajadores, que sus dirigentes sindicales rindan cuentas de forma clara y transparente del uso que le dan a las cuotas que aportan. La transparencia se convertiría en un importante igualador social.

Hay motivos de fondo para renovar y actualizar el marco legal en lo relativo a las organizaciones de trabajadores. En lo económico priva la desigualdad: el trabajador ordinario tiene toda clase de carencias y lucha por sobrevivir; en cambio, los líderes sindicales viven en medio del lujo y la ostentación, que lastima a los trabajadores y ofende a la sociedad.

Por lo que respecta al tema político, la vida sindical en nuestro país se ha significado por ser un enigma para propios y extraños. El control de los líderes sindicales sobre sus agremiados es implacable. Por ello, contar con el derecho a elegir de manera libre, democrática y secreta a sus dirigentes, permite a cualquier trabajador decidir e incidir en la vida interna de su organización.

La nueva administración tiene ante sí la oportunidad de dar a México un sindicalismo acorde con las necesidades de la sociedad de nuestra época, que reclama mayores avances democráticos.

El gobierno no puede dejar pasar la oportunidad de establecer las condiciones mínimas necesarias para garantizar la democracia y la transparencia en las organizaciones sindicales. Postergarlo sería contrario al proceso de transformación democrática que se ha venido dando en nuestro país. Es la hora de las definiciones.

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