El día de mañana no sólo están en juego las gubernaturas en seis estados o la posibilidad de que Morena pueda repetir en la presidencia, en 2024. Lo realmente importante será el papel que juegue la delincuencia consentida en estas elecciones, como lo hizo en 2021, porque esto, y no la disputa de puestos entre partidos, es lo que determinará el futuro del país.

Los recursos públicos destinados a financiar la democracia a través de partidos políticos y campañas son capitalizados por la delincuencia consentida al lograr que los gobernantes sirvan a sus intereses, y no a los de la sociedad.

El caso de Tamaulipas preocupa a la ciudadanía por varios hechos significativos: porque se ha evidenciado que la campaña del candidato de Morena ha recibido financiamiento de la delincuencia organizada y por la ausencia de las diversas instancias de seguridad nacional, a pesar del riesgo que esto implica para el Estado. Adicionalmente, falta el veredicto del árbitro electoral que no se ha pronunciado al respecto y, peor aún, el silencio cómplice de AMLO, respecto a uno de sus pupilos.

Aunque ha trascendido que en algunos casos la delincuencia consentida invierte en diversos partidos y candidatos porque lo importante, al final, es asegurar la plaza, Morena constituye su Plan A porque, como aseguran diversos políticos y analistas, el pacto con AMLO les permite ampliar sus redes comerciales y de poder como nadie más lo puede hacer. Así lo testimonia la total libertad e impunidad en el asesinato de más de 122 mil mexicanos, con lo que el gobierno de Andrés Manuel se perfila como el más violento de la historia.

La mayor preocupación de Andrés Manuel, se dice irónicamente en el medio periodístico, es el bienestar de los miembros de la delincuencia consentida, que no sean molestados o estorbados por ninguna autoridad. El presidente que liberó a Ovidio, saludó a la mamá de Don Joaquín Guzmán, el que no acude a atender ningún desastre ni a las víctimas o a sus familiares, ni se moja los zapatos en las inundaciones, ha visitado solícitamente la capital del narco en el país – “tierra de gente buena y trabajadora”, dijo- durante cuatro ocasiones. Y hasta una carretera les construye. Las alarmas de alerta sonaron, tras la visita, por su cercanía con las elecciones en seis estados.

Si se consolida la presencia de la delincuencia consentida en los procesos electorales de mañana, México se perfila para ser un estado fallido, un narco estado o, de menos, un estado paralelo, como el de Venezuela, en el que el narco y el ejército se han dividido el control del país por regiones y actividades.

La valiente declaración de la senadora Lily Téllez de que “Morena es el brazo político de la delincuencia organizada”; y el señalamiento de Porfirio Muñoz Ledo a AMLO, en el sentido de que “él piensa de que puede heredar al siguiente gobierno su asociación con los delincuentes, y que eso le otorga mayor poder, porque además de tener la autoridad, los recursos del gobierno federal, éstos se suman a los del narcotráfico, y no hay nada que se le pueda oponer”, y, “Andrés Manuel debe entender que su contubernio o alianza con el narco no es heredable porque en cada plaza se entienden con el que va a llegar… 2024 va a ser un enfrentamiento muy serio en el país por esa transferencia de lealtades… y por un nuevo sojuzgamiento a la soberanía”.

Podría ser que mañana seamos testigos de la influencia electoral de la delincuencia consentida.

Periodista y maestro 
en seguridad nacional

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