La detención de Emilio Lozoya Austin es una carga de profundidad que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha lanzado con precisión contra el submarino de la corrupción que, de reflejar todo su poder, causará muchas bajas a un sistema de prevaricación que rigió por décadas y hará naufragar a muchos de sus protagonistas.

El exdirector general de Pemex, tocada su libertad, su historia, su familia y su vida, podría hacer revelaciones que hagan cimbrar al país y generar una ola expansiva capaz de alcanzar a no pocos personajes del gobierno de Enrique Peña Nieto e, incluso, al propio expresidente.

La perniciosa práctica de disponer ilegalmente de los recursos del erario, es una característica por la que se define y pasará a la Historia la clase política que gobernó el país por tantos años, pero especialmente la que estuvo en el poder durante el sexenio pasado. En ese periodo, se dio la peor orgía cleptómana. Los políticos soslayaron toda ética. Ignoraron todo pudor y límite.

Como amigo y colaborador de Enrique Peña Nieto desde que era candidato presidencial, Lozoya Austin gozó de su complacencia, así como del consentimiento de Luis Videgaray para desviar recursos públicos, pero con la condición de “salpicar”.

La información que posee al respecto quizá le sirva para atenuar en su momento la sanción que espera por él, pero sujeto a que aporte datos sobre quiénes se despacharon el presupuesto nacional con la cuchara grande.

En esa perspectiva, todo el sistema de apropiación personal de bienes públicos estallará en mil pedazos y permitirá ver quiénes cometieron todos los excesos sin medida y con la mayor impudicia.

Esto, se halla contenido en la sentencia de Javier Coello Trejo, quien ha reiterado respecto de su cliente: “Emilio Lozoya no se mandaba solo”.

Sin forzar mucho la interpretación de sus palabras, es claro que cuanto hizo Lozoya, lo supieron al menos dos de sus superiores jerárquicos: Luis Videgaray y Enrique Peña Nieto. Y el país clama por que den cuenta de sus actos ante la justicia.

¿Acaso podrían salir indemnes de este escandaloso caso, que se dio en todas las dimensiones, niveles y en toda esa clase política que tuvo en sus manos el país y que lo derrochó como si fuera suyo?

Todo apunta a que, al tener a Lozoya como la punta de esa madeja, sostenida sobre la voluntad del presidente Andrés Manuel López Obrador de castigar la corrupción, así como la férrea voluntad y la eficiencia del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, inexorablemente el exsecretario de Hacienda y el ex presidente estarán enfilados hacia el banquillo de los acusados.

Al respecto, el titular de Poder Ejecutivo dijo: “No hay protección para nadie. Se castiga el delito y lo hacen las autoridades en el marco de la legalidad”.

Y si Lozoya decide “cantar”, no pocos seguirán el camino que hoy lo enfila hacia la prisión.

SOTTO VOCE…

Las reformas al Poder Judicial presentadas por el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar, que prevén severas sanciones contra la corrupción, el nepotismo y el acoso sexual, le darán otra cara a esa institución, feudalizada por años por unas cuantas familias… Si Edmundo Jacobo Molina fue reelecto como secretario ejecutivo del INE para prolongar sus funciones por 18 años, ¡mejor que le escrituren el puesto!… La prohibición de las bolsas de plástico en la Ciudad de México debería repensarse, pues ese material en sí mismo no es un problema. Por el contrario, ha resuelto y puede resolver muchos, relacionado con la preservación de alimentos y la prevención de enfermedades. El problema es cómo usarlo mejor. La construcción de una cultura de acopio y reciclaje ayudaría bastante.

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