Para Gino Germani, el populismo era una forma de dominación autoritaria que incorporaba a los excluidos de la política.
Los líderes del populismo no se ven a sí mismos como políticos que han sido elegidos por un periodo determinado. Se sienten portadores de “misiones míticas”, para forjar democracias que superen los vicios de la democracia liberal.
El concepto de pueblo es central en la manera en que el populismo entiende la democracia. El discurso populista se construye en torno al pueblo y a las elites como polos antagónicos. Los líderes populistas dicen encarnar los deseos y virtudes del pueblo, prometen devolverle a este el poder y redimirlo del dominio de elites políticas, económicas y culturales
La filósofa política Sofia Näström, señala que el pueblo es “uno de los conceptos más usados y abusados en la historia de la política”. No es un dato primario, es ante todo una construcción discursiva que representa a la vez a toda la sociedad y a un sector de esta, los excluidos.
El discurso populista agrupa las opresiones de clase, étnicas y culturales en dos campos irreconciliables: el “pueblo bueno” que comprende a la nación y a lo popular contra “el conservadurismo” maligno y corrupto.
Nadia Urbinati, en su libro “Yo, el pueblo”, desarrolla temas de cómo el populismo transforma la democracia. Plantea la autora que no estamos ante un reto pasajero a la democracia representativa, sino ante una nueva manera concebir la política y de gobernar una vez que el populismo alcanza el poder. Se centra en el populismo convertido en gobierno, no en el populismo como movimiento de oposición.
Una de las consecuencias inevitables y más graves de la parcialidad populista es la polarización social. El populismo implica una serie de riesgos para el funcionamiento de la democracia representativa, las cosas tienen que cambiar en las democracias liberales contemporáneas.
Las instituciones del Estado mexicano dan cuenta del proceso de consolidación democrática y madurez institucional. Al debilitar o eliminar a las instituciones, que han sido pilares de la democracia reciente, se prescinde de controles y del conocimiento técnico especializado lo que no contribuye a alcanzar resultados positivos en ninguna de las áreas reguladas actualmente de forma autónoma.
A través de la participación ciudadana, es como se defiende la democracia y así evitar daños irreparables a las libertades y al Estado de Derecho.
Sin embargo, el presidente aseveró que la marcha del próximo domingo no será para defender al INE, sino es un “pretexto para agruparse en su contra y defender antiguos privilegios”.
¿Continuamos en la restauración de un régimen autoritario, a manos de un grupo que ha mostrado ampliamente su incapacidad, o si optamos por mantener la democracia, que tanto costó construir? Hay que hacer patente el rechazo a todas aquellas acciones políticas y legislativas que el régimen actual promueve con fin de perpetuarse en el poder, y, paulatinamente, avanzar en la reconciliación y reconstrucción del país.
El domingo pasado hubo elecciones extraordinarias en Tamaulipas. La asistencia a las urnas apenas rebasó 20% del padrón electoral. Cerca de 80% de los tamaulipecos resolvió no ir, los votantes estaban convencidos de que la elección estaba ya decidida y, por lo tanto, no valía la pena. Es una forma de perder la democracia.
El populismo puede generar formas de representación que nieguen las diversidades de la sociedad, se mueve entre la ambigüedad de pensar a la sociedad como una comunidad con intereses homogéneos y la politización de las exclusiones para incorporar a poblaciones relegadas.
Lo destruido hasta hoy es más que lo construido, los daños son más claros que los beneficios.
Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador. @Chucho_RH