Si usted, amable lector, ya se cansó de aguantar casos de diputados que manifiestan verbalmente su ignorancia, se dedican a todo menos a legislar, o presumen con orgullo sus prejuicios y dogmas religiosos en eventos públicos (por ejemplo, el Teatro de la República), tenemos una propuesta de su interés que busca disminuir y combatir este tipo de casos para evitar que se multipliquen en próximas Legislaturas.

Las siguientes líneas plantean un decálogo de compromisos y aspectos que los ciudadanos podemos y tendríamos que exigir a todos y cada uno de los legisladores, así como a candidatos y candidatas a esta labor, desde el proceso electoral 2017-2018.

1.—Los derechos humanos deben ser la base de mi labor y de mis votos en sesiones de Comisión o Pleno. Se trata del pilar de la máxima Ley de mi país (la Constitución federal), porque son el primer capítulo del primer título de la norma jurídica.

El derecho a la educación (artículo 3°), el derecho a la no discriminación (artículo 1°) y el derecho de petición (artículo 8) son fundamentales en el quehacer de un Estado que va en camino o se dice democrático. En Querétaro haré todo lo posible por fortalecerlos y no impedirlos o limitarlos.

2.—Mi labor principal es legislar, no tratar de convertirme en gestor de apoyos o recursos públicos para la población del distrito o estado que me eligió.

Como mi labor principal consiste en legislar, debo enfocar mis esfuerzos en plantear iniciativas de ley —de calidad— que busquen crear o reformar leyes, adicionar o derogar parte del contenido de alguna ya existente, con base en el respeto a los derechos humanos y la búsqueda de mejora de la vida democrática en la sociedad.

3.—Debo conocer y respetar los mecanismos de participación ciudadana, sobre todo los que ayudan a fortalecer la labor legislativa.

En Querétaro, la ley estatal de participación ciudadana permite y considera la iniciativa popular como un mecanismo que puede ser ejercido por los ciudadanos y entregado a la sede del Poder en el que laboro (incluye miles de firmas). Los diputados estaríamos obligados a dar entrada a la iniciativa para discutirla y votarla, aunque no nos guste su contenido o vaya contra los intereses del gobernador.

4.—Los derechos humanos de toda la población deben ser el pilar y eje de mis votos como diputado o diputada, antes que los dogmas y las creencias de la religión que profeso, o una interpretación equívoca del “bien común”. En Querétaro es urgente fortalecer los derechos de la comunidad LGBTTTIQ, de las mujeres y de indígenas. En mi labor no seré monaguillo o vocero de instituciones religiosas, sino servidor público.

5.—Al momento de tener entrevistas con periodistas o representantes de los medios de comunicación, debo recordar que soy un servidor público y no un integrante o feligrés de una comunidad religiosa. Lo mismo aplica para cuando suba a tribuna o tome el micrófono en los informes de labores.

6.—El número de fotografías o tomas en las que aparezco en los medios de comunicación no es un indicador de eficiencia o aciertos en mi labor legislativa.

7.—El tomar clases de zumba con personas de la tercera edad en lugares públicos y “presumirlo” vía mi cuenta oficial de Facebook no son labores del legislador, ni contribuyen al fortalecimiento de la legislación (aunque reúna a cientos de personas).

8.—La ciudadanía exige que cumpla mi labor por un periodo completo, antes de satisfacer intereses políticos personales o “quedar bien” con los integrantes de mi partido en el siguiente proceso electoral. Como tal, me comprometo a no minimizar ni olvidar mi labor durante las últimas semanas o meses para los cuales fui o sea electo (a).

9.—La población tiene derecho a manifestarse públicamente y a organizarse. Si no me gusta, ni tampoco al partido que represento, debo aprender a respetar sus derechos y a no solicitar o justificar medidas de represión —uso de la fuerza del Estado— contra ellos.

10.—En las votaciones de dictámenes de Presupuestos de Egresos, defenderé el presupuesto a la educación y a la salud, por encima de la asignación a partidos políticos, órganos electorales o coordinaciones de Comunicación Social de los gobiernos federal o estatal. La educación y la salud son derechos humanos (cfr. primer punto).

Transitorio. Si no entendí o tengo dudas con algún punto del decálogo, o no acabo de entender cómo funciona el sistema político del país o los derechos consagrados en el marco jurídico, humildemente acudiré a la universidad pública más cercana a actualizarme, tomar clases y pedir asesoría.

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