Fresco tengo y tendré siempre el recuerdo de mi malogrado amigo Facundo Cabral (+) cuando nos contaba aquel día en que llevó a su señora madre a conocer a Juan Domingo Perón, presidente de Argentina, quien le dijo: “¿Qué puedo hacer por vos?” a lo que la madre del canta autor contestó: “Con que no me jodas es más que suficiente”; y, cito lo anterior, pues al igual que al suscrito, nos alegraba leer siempre al Viejo Whitman: “A mi juicio, el mejor gobierno es el que deja a la gente más tiempo en paz”.

Llegó el inicio de la verdadera política; ya no más grilla barata, sí un poder ejercido por y para el pueblo, mismo que, es el mandante; es decir, el que manda a toda la maquinaria gubernamental y a quien desempeña un puesto de elección popular. Ya no valen discursos, ahora los hechos hablan; un gobierno para todos, sin exclusión de colores partidistas, religiones, sexo, edad, nivel educativo o cultural. Llegaron para resolver añejos problemas sociales y aquellos nuevos que emergerán con el tiempo; nada de pretextos, evasivas y dedicarse a administrar contingencias, en vez de resolverlas. Sin pesimismo y basado en la experiencia, los primeros días del gobierno del estado, será “sometido a prueba”, por grupúsculos cuyos líderes se esconden en el anonimato; vendrán marchas en contra de todo y a favor de nada; plantones, “toma” de arterias principales, para como ellos dicen “calar” al nuevo gobierno, con la vieja cantaleta de: “si utiliza la fuerza que le da el Derecho, ¡ah! “son represores”; empero si no, “¡ah! Son unos tibios y ya les tomamos la medida” Lo dijo Perón: “La fuerza es el derecho de las bestias” y más les vale a estos grupúsculos, no tentar ni provocar a quien posee constitucionalmente la obligación de gobernar por la paz de todos y no de unos cuantos líderes mediocres y vividores.

Es motivador recordar a Confucio: “Aquel que gobierna por medio de su excelencia moral puede compararse a la estrella polar, que permanece en su sitio en tanto todas las demás estrellas se inclinan ante ella”; a mi juicio, los chamanes de México lo dicen con mayor precisión y humildad, como se debe de gobernar: La búsqueda de la libertad es la única fuerza que yo conozco. Libertad de volar en ese infinito. Libertad de disolverse, de elevarse, de ser como la llama de una vela, que aun al enfrentarse a la luz de un billón de estrellas permanece intacta, porque nunca pretendió se más de lo que es: la llama de una vela. (Continuará)

Especialista en Derecho del Trabajo. 
Certificado por el Notariado de la Unión Europea.

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