Los poderes del presidente de México son enormes. Mas para lo que pretende usarlos ahora Andrés Manuel López Obrador, tienen límites. Su Cuarta Transformación, enfocada a acabar con el neoliberalismo, chocará con barreras infranqueables que desmentirán su discurso.

El proyecto de nación que ofreció al decretar “el fin de la política neoliberal”, es formidable, pero irrealizable, visto a la luz de la realidad.

El humanismo de su propuesta, que para él debe ser impronta de su gobierno, es loable, pero inalcanzable, si se consideran origen, proyección y fortaleza del modelo económico que reprueba.

Su aspiración a que el Estado construya las mejores condiciones sociales, viendo a la felicidad como fin último, es inobjetable, pero hay diferencias entre sus deseos y sus posibilidades de materializarlos.

Para ello, baste recordar que el neoliberalismo —cuyos padres intelectuales fueron Milton Friedman y Agust Von Hayek, y sus impulsores iniciales, Margaret Thatcher y Ronald Reagan—, tiene rasgos adoptados en el mundo tres décadas atrás en la idea dinamizar la economía y resolver los grandes problemas.

Su característica principal es la defensa del libre mercado y la exclusión del Estado de la economía. Empieza la caída del socialismo y el triunfo del capitalismo.

Ese esquema, lleva al aumento de la pobreza. La riqueza se concentra en pocos. Caen las fronteras. Se firman tratados comerciales por doquier. El TLC México-Canadá-Estados Unidos es paradigmático.

El dinero es motivación y objetivo único de todos. Se desenfrena el consumo. El bienestar de la gente no importa. Se registran bajos índices de empleo. Aumentan los impuestos. Sube la inflación. Bajan los salarios.

Se polariza la sociedad entre ricos y pobres. Se causan daños irreversibles al ecosistema por la explotación irracional de los recursos.

El neoliberalismo privatiza todo, incluida la salud y la educación; con ésta, se recrea a sí mismo mediante la formación de sus propios dirigentes.

Con la mascarada de mejorar la vida de todos, se impuso paulatinamente. El fracaso y el desengaño son ostensibles. Las sociedades quedaron en el abandono. Los rastros y los rostros del desastre son inocultables.

El nuevo Dios, llamado dinero, que se adora en el altar del Mercado, implicó la minimización de gobiernos, la extinción de soberanías, el encumbramiento del individualismo, el egoísmo, la ganancia rápida, desmedida e inmisericorde.

Con su carácter exclusivista, excluyentista y avaro, los detentadores del capital que sostienen el neoliberalismo no querrán perder lo que tienen. Harán lo sea para preservarlo y acrecentarlo.

Nadie puede enfrentar esa fuerza. Menos, si está constituida por poderes formales y fácticos, que únicamente procuran su beneficio.

¿Va a cambiar eso el presidente en México y en el mundo? Revertir aquí ese proceso implicaría volver a una economía estatista excluyendo a la IP; reinstalar el proteccionismo; revertir la subasta de empresas públicas, cancelar tratados comerciales, cerrar las puertas a la inversión extranjera...

La autarquía y el aislamiento en el mundo globalizado, son impensables. Una evidencia reciente, es el acuerdo al que llegó el presidente con Jared Kuchner de invertir 10 mil millones de dólares en el sureste.

De donde se sigue que, si las palabras elevan, también pueden provocar tropiezos.

SOTTO VOCE… El gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz, alcanzó la mejor aprobación entre sus homólogos, con 72.1 puntos en la encuesta de México Elige…Entre jóvenes, adultos y mujeres priístas, el gobernador de Campeche, Alejandro Cárdenas, lleva una amplia y cómoda delantera para convertirse en el próximo líder nacional del PRI, según las últimas encuestas. Es la mejor opción para la transformación que ese órgano político necesita en todos los sentidos… Por trabajo, derecho y méritos, Miguel Barbosa arrasará en la elección de gobernador en Puebla.

ombeluniversal@gmail.com @mariobeteta

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