Un espontáneo en el toreo es aquella persona que está decidida a llamar la atención de público, y en algunas ocasiones a pedir una oportunidad de torear. Pero, ¿de dónde salen los espontáneos? Platicando en semanas pasadas con el padre de un torero, que está muy preocupado porque a su hijo le han negado la oportunidad de presentarse en los ruedos del país, me comentaba que de no conseguir alguna corrida para su vástago corría el peligro de ser desafiliado de la asociación de toreros a la cual pertenecía, y me puse a pensar que aquel novillero era un buen prospecto para una espontánea práctica, si vale la expresión. Y es que ser un espontáneo se debe tener mucha cara, poca vergüenza, bastante dinero para ir pagando las fianzas de las comisarías de los sitios donde se producen las "actuaciones" y poco miedo a los forcejeos y a ser sacados a empujones de cualquier sitio. En el toreo son varios los que ávidos de triunfo que han conseguido que el público se fijara en ellos a través de sus saltos al ruedo. De esta manera consiguieron el éxito toreros como "El Cordobés" o "Miguelín". Viene a mi mente una tarde del 14 de febrero de 2000; aquel domingo se lidiaba una corrida muy bien servida de La Misión, actuaban Humberto Flores, José María Luévano y Carlos Rondero. “Don Al”, el tercero de la tarde, fue un extraordinario toro que era lidiado entre altibajos por el joven Rondero, la gente le exigía y se metía con él. De pronto un tipo se metió al ruedo, se acercó al torero como reclamándole por no aprovechar las bravas embestidas del burel. Insólitamente, Carlos Rondero le dio la muleta al espontáneo como diciéndole: “Si crees que es tan fácil torear, ¡hazlo!”. Efectivamente, ante la sorpresa de todo mundo, el espontáneo le pegó una tanda de naturales, dos de ellos sensacionales. Esa puntada de Rondero prácticamente terminó con su carrera. Enrique Gutiérrez, nombre del intruso invitado a torear, le robó a Humberto Flores los encabezados de los diarios del siguiente día, porque a pesar de que Humberto realizó una faena de dos orejas, la nota fue del espontáneo. De la misma manera es imposible olvidar cuando “El Pana” (Oct. 1977), se le tiró a José Antonio Ramírez “El Capitán”, con el novillo Pelotero. “El Capitán” realizó la mejor faena de su vida. “El Pana” cuenta que le decían Cristóbal Colón, porque le descubrió el novillo a José Antonio. Para uno que fue aficionado práctico y para muchos novilleros e incluso matadores, por su puesto que en la espontaneidad se ve una buena opción para hacerse notar dentro del ruedo, pues varios de los que han pedido dicha oportunidad se las han dado y son anunciados en corridas próximas. No deja de ser ilegal meterse sin permiso al ruedo, pero la sed de triunfar es demasiada y es difícil luchar contra la tentación. ¡Ojo!, no estoy invitando a que existan espontáneos en todas las corridas de toros, puesto que se deben respetar el trabajo de los que para bien o para mal se han ganado ese puesto, aunque a veces no faltan las ganas de pegar unos pases y levantarle el toro al despistado que está en el ruedo para sacarle más jugo a una faena desaprovechada. En fin, esa controversia de si está bien o mal ser espontáneo seguirá contribuyendo y enriqueciendo a la Fiesta Brava. No quiero despedirme sin antes rendir un tributo al máximo exponente de la literatura latinoamericana de nuestros tiempos, el gran Gabriel García Márquez “Gabo”, quien sin duda fue un gran aficionado a los toros y que la última tarde que recuerdo haberle visto en una plaza fue el 8 de febrero de 2014 en la Plaza de Toros de Juriquilla, en Querétaro, en un mano a mano entre el madrileño Julián López "El Juli" y el hidrocálido Joselito Adame. Y que estoy seguro que desde el cielo no se perderá la corrida del 3 de mayo con el regreso de José Tomás. Hoy ya no está, pero formó parte de la larga lista de famosos artistas comprometidos con la fiesta de los toros. Descanse en paz.

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