Luego de un formidable ciclo de expansión en el componente internacional de la actividad turística, los resultados relativos a los flujos turísticos en enero, sin que de ninguna manera puedan considerarse catastróficos o incluso negativos, ciertamente, presentan datos que requieren un mayor análisis y, sobre todo, la necesidad de un seguimiento puntual a fin de identificar si estamos ante el cambio de una tendencia o, simplemente, son consecuencia de una situación coyuntural.

Siempre en comparaciones interanuales, del lado positivo hay que subrayar el incremento en las llegadas de turistas internacionales –12.7%– y en las de los turistas denominados de internación (conformados por los internacionales menos los no fronterizos) –7.5%–, niveles que son más o menos similares a los registros tendenciales de los últimos tiempos. También es favorable el aumento en las llegadas de los turistas fronterizos y en su gasto total –20.8% y 18.8%, respectivamente–.

Del otro lado, los aspectos que más llaman la atención son la caída en el crecimiento del saldo de la balanza turística (-10.8%); la contracción en el aumento en los ingresos por turistas internacionales y de internación (0.9% y 0.2%, respectivamente); y sobre todo el descenso en el gasto medio de los turistas internacionales y de internación (-10.4% y -6.8%, respectivamente). A continuación se exponen algunos ángulos para dar contexto a estas cifras:

En el primer caso, la caída del crecimiento del saldo de la balanza, precisando que no se trata –ni de lejos– de una balanza negativa, pues el saldo en dicho mes fue de un superávit de 916 millones de dólares, si llama la atención que es el segundo registro negativo en los últimos cuatro meses y el más malo desde septiembre de 2013. La explicación más probable de este mal comportamiento tiene que ver con la apreciación del peso en el periodo de referencia que impulsó un crecimiento notable en el gasto de los turistas que viajaron fuera del país en este enero de 2018 –15.7%–.

Por lo que hace al exiguo aumento de los ingresos por turistas internacionales y de internación, que como se mencionó previamente fue de 0.9% y 0.2%, respectivamente, y teniendo en cuenta que en 2017 estas variables crecieron 8.4% y 7.5% —respectivamente, también— pareciera ser que estamos ante una reducción significativa (en el caso de los turistas de internación por vía aérea se tiene, incluso un descenso de 1.3%) que puede tener una explicación basada en dos probables comportamientos: por un lado, el mismo efecto cambiario mencionado con anterioridad que, en este caso, se traduciría en la disminución en el gasto medio de los turistas, recordando que cómo se ha observado luego de las grandes devaluaciones del siglo pasado, una variación moderada a la baja en el tipo de cambio del peso con relación al dólar no supone, en automático, un descenso en el gasto; la otra explicación probable, y esta sí que sería preocupante, estaría relacionada con una presión del mercado a la baja en precios de los servicios turísticos provocada por la percepción en torno a la inseguridad… habrá que esperar a tener información de los meses posteriores para confirmar o desechar esta hipótesis, teniendo en mente que los crecimientos interanuales observados son los más bajos desde agosto de 2011.

Finalmente, el comportamiento del gasto medio amerita una reflexión mucho más profunda no sólo porque –como se mencionó– este tuvo un descenso significativo, sino porque comparativamente con países competidores, se sigue manteniendo una cifra más bien baja, pues en tanto el gasto medio del turista internacional en México en 2017 fue de 522 dólares para los turistas internacionales y de 851 para los de internación, en República Dominicana fue de mil 117 dólares y en Estados Unidos de 2 mil 713 dólares (en ambos países con datos de 2016). Un dato adicional para el análisis es que en el caso del gasto medio de turistas que ingresan por vía aérea, se registran 11 meses consecutivos de decrecimiento interanual.

En conclusión, hay que señalar que desde el punto de vista de la demanda mundial de viajes y, en particular, la de nuestro principal mercado –Estados Unidos– las perspectivas siguen siendo alentadoras; no obstante, México tiene que hacer un esfuerzo para asegurar el blindaje en seguridad en los destinos turísticos y comunicarlo de manera eficaz, al tiempo de que es crítico construir una estrategia pública-privada para mejorar la competitividad de los productos y destinos turísticos que se traduzca en un sistemático aumento del gasto medio de los turistas internacionales… de lo contrario estaremos dejando dinero sobre la mesa y provocando un círculo vicioso de degradación de la oferta.

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