Desde hace ya varios meses, activistas que impulsan la reforma migratoria integral en Estados Unidos han venido acrecentando críticas y cuestionamientos al presidente Barack Obama por su supuesta falta de liderazgo en ejecutar, ante el impasse legislativo en ese tema, acciones administrativas que corten de tajo algunos de los nudos gordianos del bloqueo político a la reforma en el Congreso, y por su decisión de seguir recurriendo a operativos amplios de deportaciones . Y no les falta razón. La Casa Blanca correctamente culpa a los republicanos en la Cámara de Representantes por no avanzar en debatir y votar —y torpedear— la iniciativa de ley de reforma migratoria bipartidista aprobada por el Senado estadounidense a fines del año pasado. Pero creo que la Administración cometió de origen un error de cálculo político y táctico al pensar que mostrando firmeza con la aplicación de las leyes migratorias a través de deportaciones, evitaría que los republicanos usasen el tema como un excusa para minar la reforma. Lo que la Casa Blanca parece haber entendido finalmente es que la ley migratoria vigente será siempre esgrimida por los republicanos para impedir cualquier avance, indistintamente de lo que haga o no el Presidente con su aplicación. Es como la proverbial portería que se mueve constantemente hacia atrás, evitando así la anotación del contrario. Tampoco se salva del ineludible y gigantesco costo social y humano que las deportaciones han tenido para las comunidades migrantes en EU.

Sin embargo, en el transcurso de la semana pasada, un suceso inesperado así como la difusión de nuevas encuestas demuestran por qué no es tan fácil, ni es un tema de blanco o negro, asignar responsabilidad política por la falta de avance de la reforma migratoria. Primero, el líder de la mayoría Republicana en la Cámara y congresista por Virginia, Eric Cantor, fue sorpresivamente derrotado en su primaria para contender en las elecciones legislativas de noviembre por un candidato apoyado por el Tea Party, en uno de los estados en los que aumentó en años recientes el número de iniciativas antiinmigrantes locales. Eso, y el hecho de que Cantor ha “chancleado” con una reforma migratoria “lite”, ha llevado a muchos analistas a interpretar que su derrota por un candidato aún más conservador se debió a su posición en ese tema. Segundo, Brookings, uno de los centros de análisis más importantes en EU, publicó su encuesta más reciente sobre la posición de los estadounidenses con relación a la inmigración. La encuesta no trae nada nuevo: ratifica lo que encuesta tras encuesta ha venido mostrando en los últimos meses. Por un lado, una mayoría abrumadora (62%) apoya una reforma migratoria integral. Pero por el otro, demuestra que la reforma migratoria no es prioritaria para los estadounidenses, y esto incluye a los hispanos. El empleo, la economía, el déficit fiscal, el sistema de salud, todos están por delante de la inmigración como prioridad.

Esto conlleva, por ende, un par de conclusiones relevantes. La primera, y dado el apoyo generalizado en favor de una reforma, que la migración en sí misma no necesariamente fue lo que llevó a la derrota de Cantor. El Senador Lindsey Graham de Carolina del Sur, uno de los líderes y promotores de la iniciativa de reforma en el Senado, ganó su primaria sin problemas, en un estado aún más conservador que Virginia. La segunda, que los Republicanos saben que para este ciclo político-electoral, la inmigración no es una prioridad y por lo tanto, el peligro no radica en un voto de castigo de quienes favorecen la reforma. Está en lo que le pasó a Cantor: que candidatos en primarias rebasen por la derecha a los Republicanos que hoy ocupan un escaño en el Congreso y que buscan reelegirse en noviembre.

Al final del día, sí, es un hecho que la Administración podría haber asumido con anterioridad que su estrategia para neutralizar la oposición Republicana a una reforma no ha funcionado. Pero también es un hecho que los activistas pro reforma migratoria, a pesar de razones fundadas para cuestionar al Presidente Obama, se están equivocando de villano. En esta coyuntura y en este año, el gran culpable de que el avance logrado en el Senado se haya atorado es el liderazgo Republicano en la Cámara que no se ha atrevido a confrontar al ala conservadora de su partido, y que hoy por hoy tiene la convicción de no tener necesidad alguna para arriesgar meterse un autogol electoral.

Embajador de México; consultor internacional

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